El amor de Leo se convirtió en un lienzo de emociones contradictorias, una batalla interna entre su deseo de sanar y su incapacidad para dejarla ir.
Por Ehab Soltan… La segunda parte de la novela {LimoneroII}
Hoylunes – En Valencia donde las calles estaban adornadas con las promesas del amor eterno, vivía Leo, un joven pintor cuyo corazón latía al ritmo de su pasión por el arte y por Clara, su musa y amor de toda la vida. Su historia era la envidia de todos, un amor nacido en la infancia y florecido con el tiempo.
Sin embargo, el destino, como un pintor caprichoso, decidió añadir un giro inesperado a su lienzo. Clara, impulsada por sueños de estudiar en el extranjero, se enfrentó a la difícil decisión de dejar su ciudad natal y a Leo. A pesar de las promesas de amor y las súplicas de Leo, Clara partió, llevándose consigo una parte de su corazón.
Leo, sumido en la soledad, intentó refugiarse en su arte, pero cada pincelada era un recordatorio de su ausencia. Las calles que una vez caminaron juntos se convirtieron en un laberinto de recuerdos, cada esquina un eco de su risa, cada atardecer un reflejo de sus ojos.
Con el paso del tiempo, la distancia solo intensificó su amor por Clara. La ausencia se convirtió en un dolor agudo, un anhelo sin límites que no conocía el olvido. Leo se debatía entre el deseo de olvidarla para aliviar su dolor y la esperanza de que ella regresara para completar la parte de su corazón que se había llevado.
El amor de Leo se convirtió en un lienzo de emociones contradictorias, en su corazón, sabía que Clara no había amado con la misma intensidad; ella lo había dejado atrás como si su amor nunca hubiera existido.
Un día, Leo recibió una carta de Clara. Con manos temblorosas, la abrió, solo para encontrar las palabras de despedida final de Clara, quien había decidido quedarse en el extranjero y comenzar una nueva vida sin él. Leo, enfrentando la realidad de que nunca volvería, se sumió en un abismo de tristeza.
Desde entonces, sus cuadros, que antes estaban llenos de luz y vida, se transformaron en lienzos de tonos grises y sombríos, reflejo de su corazón roto. Cada obra era un pedazo de su alma, una expresión del dolor que lo consumía.
Leo vivía en aislamiento, refugiándose en su estudio, donde los recuerdos de Clara lo rodeaban. Sus amigos y familiares intentaban acercarse, pero él se había cerrado al mundo, incapaz de superar su pérdida.
Una tarde de otoño, mientras caminaba por las calles de Valencia, Leo se detuvo frente a un mural que había pintado años atrás, uno lleno de colores vibrantes y figuras danzantes.
Con el corazón roto, pero con la necesidad de encontrar la paz, Leo tomó la difícil decisión de dejar ir el amor de su vida. En su estudio, rodeado de sus pinturas, decidió pintar un último cuadro de Clara, como un adiós simbólico a su amor no correspondido.
El cuadro, una mezcla de colores sombríos y líneas melancólicas, fue su obra maestra, un tributo a un amor perdido pero nunca olvidado. Leo, aunque aún dividido en dos, comenzó a encontrar consuelo en su arte, aceptando que a veces el amor más profundo es el que se deja ir #ehabsoltan, #limoneroII, #hoylunes,
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