Clara quería llorar, mientras que otras veces se aislaba del mundo, sumergiéndose en sus propios pensamientos y recuerdos.
Por Ehab Soltan de El diario de Clara y Alejandro
Hoylunes – Clara se encontraba sentada junto a la ventana, con una taza de té caliente en sus manos temblorosas. Observaba cómo las nubes grises cubrían el cielo, reflejando el estado de su alma. El otoño había llegado, trayendo consigo una sensación de melancolía y nostalgia que parecía envolverla por completo.
Había sido abandonada por su amante, Alejandro, quien había partido sin dar explicaciones claras. El miedo y las dudas habían fracturado su relación, dejando a Clara sumida en un mar de tristeza y confusión. ¿Era este el destino que les había sido escrito por la mano del Misericordioso?
Las palabras de Alejandro resonaban en su mente una y otra vez. Sus miedos a perder el amor entre ellos, sus dudas sobre el futuro y los sueños que parecían inalcanzables por las circunstancias de la vida. Clara se preguntaba si alguna vez podría superar el dolor de haber sido abandonada por quien creía era el amor de su vida.
El otoño llegaba con la intención de remover algo en su interior. A veces, Clara quería llorar, mientras que otras veces se aislaba del mundo, sumergiéndose en sus propios pensamientos y recuerdos. Traía a relucir el pasado en su débil corazón, recordando los momentos felices que habían compartido juntos y lamentando la pérdida de lo que una vez fue.
Pero a medida que las hojas caían y el viento soplaba más frío, Clara encontró una luz de esperanza en medio de la oscuridad. Decidió no dejarse consumir por las dudas y los miedos, sino disfrutar del amor que aún tenía en su corazón. Se negó a autoflagelarse por lo que podría haber sido y decidió vivir el presente con total sinceridad y confianza.
Clara se aferró a la idea de que el amor verdadero permanece incluso en los momentos más oscuros. Decidió ser el otoño que mantendría su corazón alejado de todo lo que pudiera hacerla miserable, porque sabía que ese amor era el que la acompañaría hasta la muerte. Con valentía, Clara se levantó de su asiento y decidió seguir adelante, sabiendo que el amor siempre encontraría su camino de regreso a ella.
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