Cuando alguien que amaste vuelve en sueños, quizá no es nostalgia: quizá es una brújula.
Por Nuria Ruiz Fdez
HoyLunes – A veces, las personas que ya no están regresan en nuestros sueños para recordarnos que la vida no es solo respirar, sino también atreverse. Esta es la historia de ese encuentro, de ese mensaje oculto en un susurro nocturno, y de la decisión que cambió un destino.
Durante semanas, una presencia volvió a visitarme en sueños. No era un fantasma ni un recuerdo frío; era una figura cálida que llegaba con una sonrisa, en una barca que flotaba en un mar en calma, bajo una luz diáfana que parecía acariciarme.
Todos tenemos a alguien así: alguien que se fue demasiado pronto, que dejó palabras sin decir, o que simplemente se despidió de puntillas. Esa persona que, en sueños, nos llama sin hablar, con una mirada que guarda mil historias y que siempre parece estar a punto de decir algo importante, justo antes de que despertemos.

Hace años recibí una noticia que cambió todo. Un día cualquiera, mientras conducía con el viento húmedo de levante azotando la carrocería, me llegó la llamada que nadie quiere contestar.
—¿Sí? ¿Pasa algo? —pregunté, sintiendo ese nudo en el estómago que alerta antes de la tormenta.—Solo decirte que ha fallecido hace un par de horas…
El mundo se volvió un lugar extraño por un instante. El corazón palpitaba con fuerza mientras los coches pasaban veloces, indiferentes al temblor que yo sentía dentro.
En ese momento, me aferré a un recuerdo, a una canción, a un olor extraño que me golpeaba la cara.
El dolor duele, pero también enseña a seguir adelante.
Desde entonces, la ausencia impregnó mi vida de un eco silencioso. Pero, como suele pasar con el tiempo y los sueños, esa ausencia comenzó a llenarse de presencia. Porque en el fondo, todos sabemos que los sueños son mensajes inconfesos, puertas abiertas hacia lo que no podemos o no queremos enfrentar despiertos, brújulas que nos guían cuando el camino parece incierto.
Tres noches seguidas ha vuelto esa presencia a mis sueños. Y aunque no he podido escuchar las palabras que quería decir, he sentido su impulso, su llamada.
Hoy, esa llamada toma forma en un correo electrónico: una invitación a seguir escribiendo, a arriesgarme en lo desconocido, a formar parte de un proyecto nuevo.
Quizá ese mensaje no era solo para mí. Quizá era para todos los que alguna vez han sentido miedo de dar un paso adelante, para los que dudan y necesitan ese empujón invisible que solo puede venir desde un sueño, una memoria o una voz que parece susurrar: “Ahora es el momento”.

Aceptar ese reto ha sido entender que vivir no es solo existir, sino atreverse a escribir la propia historia y la de los demás, una palabra cada vez.
Y así comienza esta nueva aventura que compartiré con vosotros. Será una columna que mezclará fragmentos narrativos, recuerdos a veces reales, otras ficticios, pero siempre con retratos humanos que nacen de la realidad. Cada entrega, aunque independiente, formará parte de un tapiz más grande: mi propio recorrido vital y las vidas que he encontrado en el camino.
Quiero que cada texto sea un pequeño universo que emocione por sí solo, pero que también hable al conjunto, como las puntadas de un bordado a mano.

El tono que presentaré será íntimo y literario, una voz que susurre imágenes sensoriales, que acaricie con cadencia poética la piel de lo cotidiano, capaz de descubrir lo extraordinario en los gestos simples.
Soy una observadora humana, presente, atenta a esos momentos fugaces y a las miradas que esconden mil secretos. Narraré en primera persona como quien se sienta al lado para compartir un secreto sin prisas.
Cada columna partirá de una escena potente, un gesto, un olor, una imagen que prenda la chispa de la emoción. Después se desplegará el núcleo: la anécdota o la memoria, la persona retratada, ese instante que nos golpea y nos mueve. Y para terminar, dejaré una reflexión breve, un destello que persista, una pequeña llama que se quede encendida en el lector y lo acompañe más allá de la lectura.

Mientras escribo estas líneas, imagino que tal vez vuelva a asomarse entre mis frases, o quizá se cuele en el sueño de alguien que lo necesite. De un modo u otro, seguirá aquí, empujándome a no tener miedo.
Cierro el portátil. Miro por la ventana.Y, por primera vez en mucho tiempo, siento que estoy exactamente donde debo estar.
#hoylunes, #nuria_ruiz_fdez,
