Retrato íntimo de las mujeres invisibles que levantan nuestra vida con ternura, fortaleza y silencios compartidos.
Para Lidia Roselló
HoyLunes – En enero de este año perdí a mi abuela, esa super mujer que sostenía contra viento y marea la familia. Seguramente te resuene a ti también: quizás una abuela, una madre, una tía…
Hablo de esa figura femenina que hace de pilar, incluso cuando se tambalea por dentro. Esa mujer que no necesita hablar alto para que todo se mantenga en pie.
Desde entonces pienso mucho en las mujeres que me han sostenido a lo largo de la vida: mi madre, mis tías, mi prima, mi abuela…

Las que están, aunque no se les vea.
Las que no necesitan una fecha señalada para preguntar cómo estás.
Las que intuyen, sin que les digas nada, que algo no va bien.
No hablo solo de la familia, ya me entiendes. Hablo de las amigas, de las lectoras, de las compañeras de trabajo, de aquellas que llegaron en momentos clave y que se han quedado.
Y es que no hace falta una red inmensa para sentirse acompañada. A veces, solo es necesario una gran mujer a tu lado. Una que te escuche sin juzgar, que te diga descansa en vez de espabila.
También están esas que me han sostenido sin saberlo. Las que se han colado en mi novela, en mis textos, en esas líneas que escribo cuando no me cabe todo dentro.
Porque escribir, para mi, también es una forma de agradecer, de nombrarlas o hacerlas eternas.

Este texto es para ellas:
Para las que han estado cuando no sabía como seguir.
Para las que me han hecho reír cuando no tenía ganas.
Y también es para ti, que estás leyendo estas líneas.
Si tienes cerca a una de esas mujeres que te sostienen, díselo, comparte estas líneas para que sepan lo importantes que son en tu vida.
Aquí, desde la habitación naranja, te mando un abrazo sincero. Las mujeres que me sostienen no siempre hacen ruido. Pero gracias a ellas, yo sigo aquí.

#hoylunes, #lidia_roselló,
