Recordaba que, a pesar de las dificultades, los niños no se burlaban entre ellos, más bien mostraban solidaridad.
Por Any Altamirano De la novela (Ojos de Jazmín)
Hoylunes – Los días en el primer grado escolar transcurrían para Jazmín entre participaciones, tareas, juegos y momentos divertidos de recreo. A pesar de su corta edad, observaba la diversidad de personalidades y necesidades que cada uno de sus compañeros tenía. Lupita, por ejemplo, enfrentaba la escasez de recursos y asistía a la escuela con hojas que le obsequiaban sus compañeros, ya que no tenía cuadernos.
Su amiga Carolina, en cambio, llevaba los mejores artículos escolares, accesorios hermosos, juguetes y dinero suficiente para comprar lo que quisiera durante el recreo. En ocasiones, incluso compartía lápices de colores, dulces o invitaba a Jazmín a su almuerzo. La pequeña notaba también que algunas niñas desde pequeñas ayudaban a sus padres vendiendo dulces a sus compañeros.
Jazmín no se quejaba de su situación; llevaba las monedas necesarias para comprar un dulce y eso le bastaba. Recordaba que, a pesar de las dificultades, los niños no se burlaban entre ellos, más bien mostraban solidaridad. Su alegría se manifestaba plenamente durante el recreo, donde participaban en divertidos juegos como el avión, las escondidas, el elástico, los encantados, la rayuela, los listones y su favorito, «el juego del trenecito», donde todos se perseguían sujetados de la cintura.
A mitad del ciclo escolar, Jazmín fue seleccionada para participar en un concurso de conocimientos a nivel de zona. A sus 5 años, sorprendió a su profesor, a su madre y a todo el plantel al ganar el concurso. Su premio, tres hermosos libros: «Fábulas de Esopo», «La Gallinita Rabona» y «Moby Dick, la ballena blanca».
Cada página de esos libros desencadenaba escenas vivas en la imaginación de Jazmín, como si los personajes cobraran vida frente a ella. Para Jazmín, este fue el mejor recuerdo de su vida escolar, una semilla que germinaría con el tiempo. Cada fábula y moraleja le proporcionaría lecciones de vida, especialmente «La Gallinita Rabona», que le recordaría que en la vida, todo es resultado del trabajo y el esfuerzo; lo que se siembra, se cosecha
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