Qué poeta —dijo—. ¿Y eso lo ensayas frente al espejo o improvisas según la víctima?
Por Ehab Soltan…… De (Limonero2)
Hoylunes – Él la miró con esa sonrisa pícara que siempre la desarmaba. Se inclinó ligeramente sobre la mesa, acercándose lo suficiente como para que su voz sonara como un susurro exclusivo para ella.
—Si fueras un secreto, serías el más hermoso que jamás guardaría.
Ella entrecerró los ojos, divertida.
—¿Y qué harías con un secreto tan hermoso? —preguntó, jugueteando con el borde de su copa.
—Presumirlo. Pero solo para mí. No podría dejar que el mundo sepa cuánto me enloqueces.
Ella rió, negando con la cabeza, y él aprovechó el momento para deslizar su mano sobre la suya.
—Sabes —continuó—, he conocido muchas mujeres inteligentes, muchas mujeres hermosas, pero ninguna que logre hacerme olvidar que el tiempo existe.
Ella fingió indiferencia, pero el rubor en sus mejillas la delataba.
—Qué poeta —dijo—. ¿Y eso lo ensayas frente al espejo o improvisas según la víctima?
Él se llevó una mano al pecho, fingiendo estar herido.
—¿Víctima? ¡No, por favor! Yo soy el único que ha caído en una trampa aquí. En la trampa de tus labios, de tu risa, de esa manera en que me miras cuando piensas que no me doy cuenta.
Ella se mordió el labio, como si quisiera ocultar una sonrisa.
—Debería cobrarte por estos halagos.
—Y yo pagaría con besos —susurró él, inclinándose un poco más—. Aunque, si te soy sincero, ya me tienes en deuda. Porque desde que entraste en mi vida, cada día es un regalo que no sé si merezco.
Ella suspiró, rendida ante el encanto que solo él sabía desplegar. Y él sonrió, sabiendo que, una vez más, había conseguido hacerla suya con palabras.
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