Estrella, palabra y renacer: Una entrevista con María Adela Moya Salas para quienes aún buscan cielo

Una conversación íntima con la autora de ‘La historia de una estrella caída’, donde la memoria se convierte en materia viva y la palabra en un refugio capaz de nombrar lo innombrable. Una entrevista que transita por heridas antiguas, renacimientos inesperados y el milagro silencioso de seguir brillando incluso cuando el mundo se oscurece.

 

Por Ehab Soltan

HoyLunes – Hay vidas que no piden permiso para convertirse en literatura. Vidas que nacen entre sal y viento, que crecen en silencio y que, aun así, encuentran la manera de brillar. María Adela Moya Salas pertenece a esa estirpe de mujeres que aprendieron a caminar con heridas invisibles y, sin darse cuenta, con una luz que nunca terminó de extinguirse.

Nacida en Melilla, criada entre cicatrices y esperanza, y fortalecida en Madrid tras un salto vital que la empujó a reinventarse, hoy vive en Salamanca tejiendo nuevas páginas de una historia que, por primera vez, le pertenece por completo. Su libro, ‘La historia de una estrella caída‘ no solo narra la caída: narra la sobrevivencia, el temblor, la maternidad como refugio y la palabra como herramienta para respirar cuando el mundo parecía demasiado estrecho.

María Adela en su libro, una voz que ilumina y abre ventanas para quienes aún buscan una forma de volver a encenderse.

Entrevistarla es entrar en un territorio íntimo donde la memoria arde, pero también cura. Un territorio donde cada frase lleva la marca de quien ha visto lo peor y aun así eligió seguir alumbrando. No hablamos solo con la autora de una obra poderosa; hablamos con la mujer que tuvo que reunir sus fragmentos para poder escribirla.

Estas preguntas nacen desde ahí: desde el respeto, la admiración y el reconocimiento a una vida que, contra todo pronóstico, sigue buscando cielo incluso después de la caída.

Cuando miras hacia atrás, a la niña que fuiste, ¿qué crees que habría sentido al saber que un día escribiría un libro sobre su propia luz en medio de la oscuridad?

Esa niña sentiría alivio, como si por fin alguien contara su verdad. Y también una justicia tranquila, porque al final transformó lo que le tocó vivir en algo que ilumina, aunque nunca le dieran muchas opciones.

Entre sombra y claridad: la estrella que Estrella y María Adela comparten.

¿En qué momento de tu vida sentiste que la palabra escrita podía convertirse en una forma de sobrevivir y no solo de recordar?

No sabría decir en qué instante exacto ocurrió. Solo que, en algún momento, la escritura dejó de ser un simple recuerdo puesto en palabras y empezó a sentirse como un lugar al que aferrarse.

La protagonista se llama ‘Estrella’. ¿Qué emociones o recuerdos personales están escondidos detrás de ese nombre?

‘Estrella’ nació de una sensación más que de un recuerdo concreto. Representa a alguien que brilla incluso cuando el entorno intenta apagarla. Quizá es un símbolo, quizá es un deseo, pero su nombre guarda la idea de devolver una luz que, en algún momento, han intentado arrebatar.

Tu libro está lleno de silencios: silencios que duelen, que protegen y que a veces salvan. ¿Cuál fue el silencio más difícil de romper en tu propia historia?

Quizá el silencio más difícil de romper fue ese que rodea a la verdad: ese que todos parecen ver, pero pocos se atreven a nombrar. En la historia, tanto yo como la Estrella compartimos esa lucha contra lo que se calla, aunque cada una lo haga a su manera.

En tu obra literaria, el abandono y la violencia que vive la protagonista conviven con la ternura hacia sus hijas. ¿Cómo lograste describir y transformar tanto dolor en una fuerza para amar?

Supongo que en la historia de Estrella el amor terminó abriéndose camino por sí solo. A pesar del dolor que la rodea, ella eligió amar en lugar de devolver lo que recibió. Y en sus hijas encontró esa forma de amor que no necesita explicación: la más simple, la más pura.

¿Hubo un momento en el que sentiste que la vida intentaba apagarte por completo? ¿Qué fue lo que te mantuvo encendida?

Sí, hubo momentos en los que sentí que todo podía romperse. En los que la vida pesaba demasiado y parecía que la luz se apagaba. Pero siempre quedó algo —una razón pequeña pero firme— que me sostuvo. A veces fue una persona, a veces una esperanza, a veces simplemente el deseo de no rendirme. Eso fue lo que me mantuvo encendida.

En el libro de tu vida, ¿cuál crees que es la escena que mejor representa tu renacimiento personal?

Es importante decir que esta es una novela, no una autobiografía. Está inspirada en algunas experiencias, sí, y Estrella comparte ciertos rasgos míos, pero no soy ella. En la historia, su renacimiento llega cuando, tras perderlo casi todo y tocar un fondo muy oscuro, la vida le devuelve una oportunidad que creía imposible. Ese instante en el que recupera algo que pensaba por siempre perdido ahí es donde vuelve a nacer. Y quizá, de algún modo, también es donde decidió contar su historia.

Escribir para volver a respirar: cuando la palabra se convierte en refugio.

En el proceso de escritura, ¿reviviste heridas o cerraste algunas que llevabas años arrastrando?

Escribir una novela cargada de emociones siempre remueve algo, incluso cuando la historia no es completamente mía. Algunas heridas se sienten más cerca porque ciertos fragmentos de la protagonista nacen de experiencias que conozco, y eso puede abrirlas de nuevo. Pero también hay un proceso de cierre, de entender y soltar. Al final, escribir no solo revive, también cicatriza lo que llevaba demasiado tiempo en silencio.

Si pudieras hablar hoy con la mujer que fuiste a los 33 años, cuando decidió marcharse a Madrid en busca de nuevos aires y futuro, ¿qué le dirías?

Le diría que, aunque pensara que necesitaba un lugar nuevo para respirar, lo más importante ya viajaba con ella, aunque quizá aún no lo sabía. Que aquello que buscaba —el hogar, el sentido, la fuerza— estaba en las personas que amaba y estaban en casa. Y que, al final, ese fue siempre su verdadero destino.

Has dedicado tu vida a cuidar a otros como auxiliar de enfermería. ¿Cómo influyó ese contacto con el dolor ajeno en tu manera  de narrar el propio?

Estar cerca del dolor ajeno te cambia la mirada. Te muestra que hay muchas formas de sufrir y muchas maneras de resistir. Ese contacto me ayudó a comprender mejor ciertas emociones y a llevarlas a la novela, a construir una protagonista que, pese a todo, sigue brillando. No porque sea yo, sino porque su luz nace precisamente de reconocer lo que otros también atraviesan.

¿En qué momento sentiste que la historia ya no solo te pertenecía, sino que podía pertenecer a tantas personas que han vivido  sombras parecidas?

Creo que lo noté cuando comprendí que lo que vivía Estrella no era solo suyo. Sus sombras se parecían a las de muchas otras personas que se sienten acompañadas y, aun así, profundamente solas. Cuando empezaron a llegar mensajes, confidencias, preguntas… entendí que la historia dejaba de ser únicamente mía —o de ella, de Estrella— para convertirse en un reflejo en el que muchas podían reconocerse.

El libro habla de caer… pero también de levantarse. ¿Qué significa para ti “levantarse”, a los 48 años, viviendo una nueva etapa  en Salamanca?

Levantarme, en esta etapa de la vida, significa volver a intentarlo incluso cuando no es sencillo. Es empezar de nuevo con lo que una tiene y con lo que va encontrando por el camino. A veces es avanzar, otras simplemente mantenerse en pie, pero siempre con la idea de que cada etapa merece ser vivida.

 ¿Qué papel juegan la lectura y la escritura en tu salud emocional actual? ¿Son refugio, espejo o ventana?

La lectura y la escritura ocupan un lugar esencial, de esos que sostienen sin hacer ruido. A veces las letras son un refugio, otras un espejo que devuelve lo que cuesta mirar, y otras una ventana por la que entra algo de aire nuevo. En realidad, creo que necesito las tres formas: cada una cumple su papel cuando la vida lo pide.

No caer, sino transformarse: la metáfora que guía toda una vida.

¿Crees que escribir sobre el dolor es una forma de liberarlo o de honrarlo?

“Creo que escribir sobre el dolor lo vuelve más real, sí, pero también permite mirarlo de otra manera. A veces libera, otras simplemente dan sentido, y en cierto modo también lo honra. Al final, ponerlo en palabras es una forma de recuperar un poco de fuerza.

Estrella vive una mezcla de fragilidad y fuerza. ¿Cuál de esas dos partes sientes más viva ahora?

En Estrella conviven las dos cosas, y creo que es precisamente esa mezcla lo que la hace tan humana. En mi caso, ahora mismo siento la fuerza más presente, aunque la fragilidad sigue ahí, acompañando. No se excluyen; simplemente se equilibran.

¿Hay algo que aún no has contado y que este libro te ha dado el valor de empezar a decir?

Este libro es una novela, no una autobiografía. Tiene partes inspiradas en experiencias reales, pero no lo cuenta todo ni pretende hacerlo. Claro que hay cosas que aún no he contado, pero no era ellugar ni la intención. Esta historia me ayudó a acercarme a algunos temas, pero lo que falta por decir pertenece a otro tipo de libro.

¿Cuál fue el capítulo que más te costó escribir… y cuál el que más necesitabas escribir?

El capítulo que más me costó escribir fue el de la infancia, porque es donde más se cruzan partes mías con la protagonista. Y el que más necesitaba escribir fue el que explica la ausencia de Estrella, ya que también es un tema que conozco bien y que quería abordar con sinceridad dentro de la ficción.

¿Qué esperas que encuentre un lector herido entre las páginas de tu libro?

Quiero que encuentren amor, fuerza y una sensación de superación. Si alguien llega a este libro con heridas, me gustaría que al menos se lleve la idea de que siempre existe una forma de seguir adelante, incluso cuando parece difícil.

Si pudieras resumir tu viaje vital en una sola imagen, ¿sería también una estrella cayendo, o algo distinto? ¿Y por qué?

Seguramente también sería una estrella, sí. No por caer, sino por seguir brillando incluso cuando las cosas se complican. Esa imagen de una estrella representa que, aunque haya intentos de apagar la luz, siempre queda algo que vuelve a encenderse.

Sientes que este libro ¿ha cumplido o despertado un sueño personal?

Sí, de algún modo despertó un sueño que llevaba tiempo guardado. No por contar todo, porque no era la intención, sino porque me permitió dar voz a cosas que antes no sabía cómo decir. Y solo eso ya lo convierte en un sueño cumplido.

Después de publicar esta historia, ¿qué crees que te espera: un nuevo libro, un nuevo viaje interior o simplemente un  nuevo silencio?

Estoy escribiendo mi segundo libro, pero esta historia marcó un nuevo comienzo. Sentí, por fin, que podía soltar las amarras y dejar que el barco zarpara sin mirar atrás. El barrio de los pescadores —con sus luces, sus sombras y sus silencios— se quedó en la orilla, mientras yo seguía navegando hacia algo distinto, quizá algo más libre.

Estrella: la luz que persiste incluso después de la caída.

Hay historias que no buscan consuelo, sino verdad. Historias que no piden permiso para doler ni para sanar. María Adela Moya Salas ha aprendido a caminar entre esos dos territorios: el de la sombra que asfixia y el de la luz que insiste. Su escritura —su manera de nombrar lo que ardió, lo que tembló, lo que renació— es un recordatorio de que incluso la caída puede ser un acto de valentía. Y que, a veces, las estrellas no se apagan: solo se transforman.

Cuando la conversación termina, queda en el aire una sensación difícil de describir: la certeza de que hay vidas que merecen ser escuchadas, no porque sean perfectas, sino porque sobrevivieron. Y es justamente en esa supervivencia donde María Adela ha encontrado su voz. Una voz que ya no susurra: ahora escribe, ilumina y abre ventanas para quienes aún buscan una forma de volver a encenderse.

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