En las calles de Valencia, sus corazones latían al unísono, prometiendo una vida llena de amor y compañía. Juntos, su amor era una fuerza imparable.
Por Ehab Soltan… La segunda parte de la novela {LimoneroII}
Hoylunes – En un rincón antiguo y encantador de Valencia, Alí y Jazmín caminaban de la mano por las calles históricas. Las antiguas estructuras de la ciudad servían como testigos silenciosos de su amor, un amor que parecía tan eterno como las piedras que pisaban.
Alí, un hombre de palabras suaves y gestos afectuosos, apretó suavemente los dedos de Jazmín, provocando una mirada de sorpresa en su amada. «Cada paso contigo», susurró Alí, «es un dulce recordatorio de todo lo que me estaba perdiendo antes de encontrarte».
Jazmín, con sus ojos brillantes y una sonrisa que iluminaba su rostro, se apoyó suavemente en Alí «¿Qué te pasa?», preguntó con curiosidad y afecto.
Alí miró a los ojos de Jazmín y respondió con una voz llena de emoción: «Veo todo un mundo en ti, Jazmín. En ti veo un hogar, una vida, y la compañera perfecta para mi viaje. En tu ausencia, conozco la soledad, pero en tu presencia, encuentro mi verdadero ser».
Jazmín, conmovida por sus palabras, se acercó aún más a Alí. «Siempre estaré a tu lado», dijo. «En tus brazos, encuentro refugio y en tu corazón, una historia que deseo vivir hasta el final. Juntos, superaremos el miedo y la fatiga, porque lo importante es que estamos juntos».
Ella continuó, su voz temblaba ligeramente con la emoción: «He sido un recuerdo olvidado, acosada por dulces recuerdos del pasado. Pero contigo, esos recuerdos se transforman en sueños de un futuro hermoso. Tú eres mi día y mi noche, mi todo».
Alí, con los ojos llenos de amor, tomó el rostro de Jazmín entre sus manos. «Apoyada en mi hombro, encuentras amor; y yo, apoyado en tu amor, encuentro la razón para estar en este mundo. Nada más importa cuando estoy contigo», declaró.
Caminando juntos, con las luces de la ciudad reflejándose en sus rostros, Alí y Jazmín siguieron adelante, cada paso un testamento de su amor y compromiso. En las calles de Valencia, sus corazones latían al unísono, prometiendo una vida llena de amor y compañía. Juntos, su amor era una fuerza imparable, un vínculo que trascendía el tiempo y el espacio, uniendo dos almas en un camino entrelazado.
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