Vivir del Arte sin Morir de Precariedad

Vivir del arte sin morir de precariedad requiere cambios estructurales y también decisiones personales. Requiere que las instituciones culturales y los gobiernos reconozcan de forma efectiva el trabajo artístico en sus políticas y presupuestos.

por Ehab Soltan

HoyLunes – El arte no es un lujo, sino un lenguaje esencial de la vida. Y sin embargo, quienes lo crean, lo cuidan, lo investigan y lo hacen accesible a la sociedad siguen enfrentando una realidad dolorosa: la precariedad estructural.

Hablar de vivir del arte en el siglo XXI es hablar de talento, formación, pasiones, redes, estrategias y también de resistencia. De saber reinventarse en un mundo donde la cultura a menudo se valora más como decoro que como derecho. Es hablar de artistas visuales, bailarines, actrices, técnicas, comisarios, restauradoras, gestoras culturales, educadoras, críticos o archivistas que sostienen un sistema que rara vez les sostiene a ellos.

¿Cómo romper el ciclo de la precariedad? Fotografía: Daian Gan

La falta de reconocimiento del arte como trabajo no es solo un problema simbólico: tiene consecuencias directas en la legislación, los convenios, los pagos, las condiciones laborales y el acceso a derechos básicos. Quienes viven del arte muchas veces encadenan proyectos intermitentes, compaginan empleos, dependen de convocatorias inestables y trabajan sin garantías. A menudo se les exige presencia, producción constante, innovación y compromiso social, pero sin una red de seguridad que lo permita.

Y, sin embargo, siguen. Siguen porque el arte también es una forma de vida, una forma de entender el mundo y de ponerle belleza, crítica y sentido.

Una profesión, no una afición. Fotografía: Una Laurencic

Vivir del arte sin morir de precariedad requiere cambios estructurales y también decisiones personales. Requiere que las instituciones culturales y los gobiernos reconozcan de forma efectiva el trabajo artístico en sus políticas y presupuestos. Que haya contratos dignos, honorarios justos, acceso a la Seguridad Social, conciliación y apoyo continuado.

Pero también requiere tejer redes, compartir recursos, hablar sin miedo, exigir, cuidarse, cuidar al otro. Profesionalizar sin perder el alma. Exigir sin dejar de crear. Pensarse como colectivo, no como islas.

Una nueva cultura del trabajo artístico. Fotografía: Snow White

Requiere educar a la sociedad: mostrar que detrás de cada exposición, función, festival o mural hay meses (a veces años) de trabajo invisible. Requiere contar nuestras historias con dignidad, sin romantizar la precariedad ni callarla.

No se trata de pedir privilegios, sino de exigir justicia. Porque la cultura no se sostiene sin sus creadores. Porque la belleza, el pensamiento crítico, la memoria y la imaginación no son un extra, sino lo que nos hace humanos.

Porque el arte es trabajo. Y todo trabajo merece respeto, protección y futuro.

“Mientras haya vida, la historia sigue escribiéndose”. #hoylunes, #ehabsoltan,

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