Un mes de luces, compromisos y emociones intensas que exige equilibrio emocional, hábitos saludables y expectativas realistas para evitar ansiedad, agotamiento y excesos.
Por Any Altamirano
HoyLunes – Diciembre es un mes que brilla. A veces demasiado. En las calles, las luces se encienden antes que nuestra energía. En los hogares, las mesas se llenan antes que nuestra calma. Y en las agendas, los compromisos se multiplican incluso cuando lo único que queremos es un poco de silencio.
La sección de Salud de HoyLunes lo sabe bien: cada final de año llegan mensajes, consultas y dudas que se repiten con un patrón casi matemático. Personas que dicen sentirse desbordadas, otras que sienten una soledad profunda en medio del bullicio, y muchas que acaban diciembre con una sensación de culpa por los excesos alimentarios. No porque les falte fuerza de voluntad, sino porque les falta respiro.
Este reportaje no busca alarmar ni moralizar. Busca acompañar. Porque el cuerpo y la mente también celebran, pero lo hacen de otra manera: con descanso, con agua, con comida equilibrada, con movimiento y con expectativas realistas.
Cuando la agenda satura: voces que cuentan lo que no se suele decir
En HoyLunes hablamos con personas que viven diciembre desde lugares distintos. Entre ellas está Lucía, 39 años, cuya historia podría ser la de muchos lectores: “Me gusta la Navidad, pero no me gusta la sensación de tener que estar en todas partes. A veces me quedo en silencio en el coche antes de entrar a una cena porque siento que llego cansada de sonreír. Nadie lo nota, pero yo lo noto”.

La ansiedad por los compromisos no siempre es un problema clínico: muchas veces es una señal de que la agenda ha dejado de ser una herramienta y se ha convertido en una carga. La presión de cumplir con todo —trabajo, familia, amigos, tradiciones— puede hacer que el descanso se vuelva un lujo y que el cuerpo responda con irritabilidad, insomnio o fatiga.
Los psicólogos consultados por HoyLunes coinciden en que la clave no es “hacer menos”, sino hacer con sentido. Priorizar, elegir, dar espacio a la pausa.
Soledad: el silencio que diciembre amplifica
No todas las mesas están llenas. No todas las casas tienen ruido.
Hablamos con Antonio, 62 años: “La gente piensa que estar solo en diciembre significa estar triste. A veces no es tristeza; es que no sabes dónde encajar. Yo aprendí que la soledad no es un hueco, es un aviso. Y cuando pedí compañía, la encontré”.
Su testimonio refleja una realidad común: diciembre no aumenta la soledad, pero puede hacerla más visible. El contraste con el exterior —luces, reuniones, celebraciones— puede intensificar lo que cada uno siente por dentro.
La respuesta no está en ocultarla, sino en darle nombre: reconocerla, compartirla si es posible, pedir apoyo cuando haga falta. Las actividades comunitarias, las llamadas espontáneas o incluso los encuentros pequeños pueden marcar la diferencia entre un mes pesado y uno manejable.
Tristeza y depresión: cuando la emoción es más profunda
La depresión no desaparece en diciembre; muchas veces se disfraza.
Para María, 27 años, diciembre es un mes de contradicciones: “Es un mes bonito, pero también me recuerda cosas que no tengo. Veo a la gente feliz y me siento fuera del ritmo. Mi psicóloga me dijo algo que me cambió la perspectiva: no tengo que intentar estar a la altura del ambiente; tengo que estar a la altura de mí misma”.
Su frase resume la esencia del cuidado emocional: reconocer los síntomas —cansancio persistente, aislamiento, alteraciones del sueño, tristeza prolongada— y buscar ayuda sin miedo. La salud mental no es un “tema de fiesta”, pero sí un pilar que sostiene el bienestar durante las fiestas.
Excesos alimentarios: un fenómeno habitual y –humano–
La comida en diciembre es abundante. Es tradición, cultura, reunión. Pero también puede convertirse en un exceso que genera culpa posterior.
Los nutricionistas consultados por HoyLunes explican una idea clave: no es lo que se come en los días festivos lo que afecta a la salud, sino lo que se deja de hacer el resto del mes.

Tres hábitos marcan la diferencia:
Hidratación como base
El agua regula la digestión, mejora el estado de ánimo, estabiliza la energía y reduce el cansancio que se confunde con hambre.
Comidas equilibradas antes y después de eventos
Incluir frutas, verduras, legumbres, pescado azul, frutos secos y agua, evita picos de apetito y sostiene la energía. Comer ligero no es renunciar: es preparar al cuerpo para disfrutar.
Movimiento moderado diario
Caminar, estirarse, subir escaleras o bailar: el ejercicio sencillo ayuda a regular emociones, reducir ansiedad y mejorar el descanso.
El exceso no es un enemigo. Es un aviso que invita a reajustar hábitos sin culpas.
¿Cómo proteger tu bienestar en un mes que exige demasiado?
Diciembre puede ser amable si lo dejamos serlo. Algunas claves:
Elegir con intención: dejar ir compromisos que no aportan.
Hidratarse incluso más que en meses cálidos.
Comer con equilibrio, no con rigidez.
Mantener rutinas básicas de sueño, movimiento y alimentación.
Reducir pantallas para mejorar el descanso.
Buscar, pedir o aceptar compañía cuando haga falta.
Agradecer los momentos de calma sin sentir rareza por ellos.
El bienestar no compite con las fiestas: las sostiene.

Cuidarse también es una forma de celebrar
Tal vez el verdadero espíritu de las fiestas no está en lo que hacemos, sino en cómo nos tratamos mientras lo hacemos.
Cuidarse no es una retirada; es una celebración íntima. Es decirse a uno mismo: “quiero llegar al final de este mes con salud, serenidad y gratitud”.
Diciembre no debería dejarnos exhaustos. Debería dejarnos presentes.
Y quizá la mayor luz de estas fiestas no sea la de las calles, sino la que encendemos dentro cuando elegimos bienestar en lugar de exigencia.


#hoylunes, #any_altamirano,





