En España, hay revoluciones que no empiezan con discursos ni con pancartas, sino con la mirada de un joven que descubre que sí tiene un lugar en el mundo. Con el gesto de una madre que, después de décadas de empleos inestables, decide volver a estudiar. Con el orgullo de un profesor que ve cómo sus alumnos, por primera vez en generaciones, encuentran oportunidades reales más allá del aula.
HoyLunes – España avanza con una convicción firme: la Formación Profesional ya no es solo una alternativa educativa, sino un motor estratégico para el desarrollo económico y social del país. La reciente ampliación de la Red Nacional de Centros de Excelencia, anunciada por el Gobierno, confirma una apuesta que transforma el sistema productivo, fortalece a los territorios y ofrece oportunidades reales a una generación que necesita herramientas para competir en un mundo tecnológico y globalizado.
Durante su visita al Centro Integrado de Formación Profesional Universidade Laboral de Culleredo, en A Coruña —uno de los nueve nuevos centros que se suman a la red estatal—, la ministra de Educación, Formación Profesional y Deportes, Pilar Alegría, subrayó una realidad incontestable: España cuenta hoy con más de 1.2 millones de estudiantes de FP y con tasas de empleabilidad que alcanzan prácticamente el 100% en la mayoría de los grados.
La cifra confirma una transformación profunda iniciada en los últimos años, impulsada por una política educativa que combina inversión, modernización y una conexión directa con los sectores estratégicos de la economía. Solo la nueva convocatoria para ampliar la red de centros de excelencia supone una inversión de 7.2 millones de euros, que eleva la cifra total a 110 millones desde 2022.
El caso de Galicia es especialmente representativo. El nuevo centro de excelencia de Culleredo se convertirá en un referente de innovación en el ámbito Marítimo-Pesquero, un sector fundamental para la economía gallega. La ministra destacó el impacto de la inversión acumulada desde 2020: 65 millones de euros destinados a crear más de 29.000 plazas de FP en la comunidad.
La red nacional —que pasa de 66 a 75 centros— opera en 18 sectores estratégicos que abarcan desde la construcción sostenible hasta la inteligencia artificial, el transporte, la logística y el sector audiovisual. Esto significa que miles de estudiantes, profesores y profesionales recibirán formación actualizada, conectada con las demandas reales del mercado laboral.
Los centros actúan como nodos de innovación: impulsan proyectos, transfieren conocimiento al resto del sistema y fortalecen el vínculo imprescindible entre la FP, la empresa y el territorio. Además, trabajan en coordinación con los 40 Centros de Referencia Nacional, que ofrecen formación de alto nivel y desempeñan un papel clave en sectores productivos esenciales.
La ministra Alegría sintetizó esta visión con claridad: “Apostar por la educación y por la Formación Profesional es apostar por el presente y el futuro del país”.
Es una apuesta que sitúa a España en una posición de ventaja competitiva. La FP moderna —tecnológica, flexible, práctica y conectada con la industria— ha dejado atrás viejos estigmas. Hoy es un instrumento de cohesión territorial, una garantía de empleabilidad y un vehículo para que miles de jóvenes encuentren un proyecto profesional estable.
Esta estrategia no solo impulsa el crecimiento económico, sino que construye un país más equilibrado y preparado para los desafíos del siglo XXI.
España avanza, aprende y se transforma: la FP es, hoy, una de sus principales palancas.
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