Con una inversión histórica de 43 millones de euros, el proyecto de regeneración en Valencia busca equilibrar la balanza entre la protección del ecosistema costero y la resiliencia económica de sus municipios.
HoyLunes – El litoral no es una línea estática, sino una frontera viva que hoy se enfrenta a su mayor reto: la regresión acelerada. Tras décadas de erosión y temporales, la costa valenciana se prepara para una transformación sin precedentes. No se trata simplemente de un movimiento de tierras, sino de una intervención de ingeniería masiva diseñada para devolverle al territorio la protección natural que el avance del Mediterráneo le ha arrebatado. Con la firma de este contrato, comienza una carrera contra el reloj y el oleaje para asegurar el futuro de nueve playas emblemáticas.
Según la información oficial facilitada por el Ministerio para la Transformación Ecológica y el Reto Demográfico (MITECO):
«Con un presupuesto de 42.659.244,47 €, se trata de la mayor inversión realizada en regeneración de la costa en la historia de España. Con esta actuación se da una solución a largo plazo de los problemas de regresión costera que padecen estos tramos del litoral«.
El secretario de Estado de Medioambiente, Hugo Morán, ha formalizado el contrato que abarca desde Sagunto hasta Cullera. Los trabajos, que se iniciarán en enero de 2026, tienen un plazo de ejecución de cinco meses e incluyen el uso de la draga de succión «Bonny River«. La intervención se divide en tres grandes bloques que contemplan el aporte de millones de metros cúbicos de arena, la construcción de espigones en Cullera y una ambiciosa restauración dunar con vegetación autóctona.
Resiliencia frente a la inmediatez
La decisión de realizar esta inversión millonaria invita a un análisis profundo sobre la gestión del dominio público marítimo-terrestre:
La magnitud técnica: Movilizar más de tres millones de metros cúbicos de arena desde bancos submarinos es un desafío logístico que subraya la gravedad de la regresión. El uso de tuberías flotantes y sumergidas indica que no se busca un «parche» estético, sino una reconstrucción estructural del perfil costero.
El enfoque ambiental: Es relevante que el proyecto no se limite al aporte de sedimento. La restauración de cordones dunares y la eliminación de antiguas estructuras marítimas sugieren una transición hacia soluciones más integradas. La duna actúa como un «amortiguador» natural que protege el interior mejor que cualquier muro de hormigón.
Impacto socioeconómico: La protección de playas como Canet, Malvarrosa o El Perelló no es solo una cuestión ecológica; es la salvaguarda de un motor económico vital para Valencia. La recuperación de anchos de playa de hasta 40 metros es fundamental para el uso público y la seguridad de las infraestructuras colindantes.
El precedente de los temporales
Esta intervención histórica es la respuesta a años de vulnerabilidad. Se debe recordar que el litoral valenciano ha sido duramente golpeado en la última década por borrascas de intensidad inusual. Los daños estructurales tras episodios meteorológicos extremos evidenciaron que las aportaciones puntuales de arena eran insuficientes. Este plan de 43 millones nace de la necesidad detectada en las estrategias de protección de la costa de Valencia aprobadas tras los análisis de impacto del cambio climático, que ya advertían de la pérdida irreversible de metros de costa si no se actuaba de forma masiva.
Una tregua con el Mediterráneo
La regeneración que comienza en enero es un reconocimiento de que la costa es un activo frágil que requiere inversiones a la altura de su valor social y ecológico. La ambición del presupuesto refleja la urgencia de un litoral que ya no podía esperar más. Sin embargo, el éxito de estos 43 millones no se medirá solo en metros de arena ganados, sino en la capacidad de estas playas para sostenerse en el tiempo. Es, en última instancia, un acto de responsabilidad hacia las próximas generaciones que heredarán este borde del mapa.
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