Un Amor Excepcional: La Historia de Mariana y José

Mariana y José, dos almas gemelas destinadas a encontrarse y amarse en un mundo lleno de incertidumbres, se aferran a su amor como un faro en la oscuridad.

En los ojos de José, Mariana encuentra la paz y la promesa de un futuro brillante, dejando atrás las sombras de la soledad y el dolor.

Por Ehab Soltan

Hoylunes – Mariana estaba completamente perpleja. Había conocido a José solo dos días antes, pero en ese breve lapso, él le había dicho «Te amo». Lo más extraño no era su audacia ni su amabilidad, sino la intensidad de sus palabras. Tomó su mano y la miró a los ojos, diciendo: «Mira, ¿qué le has hecho a mi corazón?»

Ella se quedó en silencio, eclipsada por la sinceridad de sus palabras. No sabía qué decir, sus pensamientos se arremolinaban como una tormenta. Los segundos parecían vagar en los ojos de José, y en ese momento, sintió que los años se desvanecían, como si un instante se convirtiera en una eternidad.

José la llevó consigo a un mundo nuevo, un mundo en el que ella volvía a ser una niña, despreocupada y llena de alegría. Se rió y le preguntó: «¿A dónde fuiste?», devolviéndola a la realidad con su sonrisa. Mariana tuvo que escapar de su silencio, y finalmente, dijo: «No te mentiré, al lugar más hermoso en el que he estado, es la paz en tus ojos.»

Desde el momento en que lo conoció, Mariana sintió que lo había amado durante muchos años, incluso antes de vivir. Entre ellos existía una conexión especial, un caso realmente excepcional. No había tortura ni tristeza en sus vidas, solo una felicidad compartida.

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Cuando estaba a su lado, Mariana se sentía como una niña en una fiesta, donde cada momento era una celebración. Ante cualquier tristeza, José era su refugio, su convoy hacia la alegría. Estaba loca por su amor, y él la volvía loca con su ternura.

Mariana estaba lista para enfrentar el mundo con el amor de José. «Enséñame tu amor,» le pedía, deseando robar segundos del mundo y derretir su corazón en el de él. Su amor era un caso excepcional, una locura compartida que no conocía límites ni barreras.

«No hay nada tradicional entre nosotros,» pensaba Mariana. «Tú eres la alegría en mí.» Y así, Mariana y José se amaban con una intensidad y una pasión que solo los corazones verdaderamente locos pueden entender, viviendo una vida que no era normal, sino extraordinaria en cada sentido.

Mariana solía decir que cualquier mujer quiere un corazón que la ame, que le susurre y la abrace… el amor de un hombre cuyo cariño pueda disolver las cucharadas diarias de amargura que ella traga bajo compulsión. Mariana conocía bien el hambre de amor, las almohadas mojadas, los ojos lluviosos, los pensamientos rotos y los corazones agraviados. Su miedo constante a quedarse sola la atormentaba, y se preguntaba cuándo llegaría el día en que la poesía terminaría con la soledad, esa soledad vasta y omnipresente.

No había elegido esta soledad para sí misma; los últimos días la habían agotado hasta el punto de que ya no creía en los demás. Su existencia era transitoria, y por eso había comenzado a distanciarse antes de ahondar en nuevas experiencias en las que siempre resultaba perdedora. En las noches, recordaba las puñaladas en su corazón, los gemidos de su alma, las lágrimas en sus ojos, el sangrado de sus sentimientos, el dolor que la alejaba de sí misma y de todo lo que había en el mundo.

Mariana había vivido demasiada tristeza y, a pesar de ello, seguía en pie. Muchas veces revisaba su teléfono buscando viejas conversaciones y encontraba una enorme cantidad de amor fugaz. Iba a su cuaderno escondido entre sus libros viejos y veía innumerables pensamientos desvaídos. Se había consumido con todo lo que había en ella, y ya no tenía fuerzas para aventurarse en un nuevo camino con un final desconocido.

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Ahora buscaba a alguien a quien contarle su pasado, decirle lo oprimida que había estado, advertirle de no confiar ciegamente en nadie. Quería compartir su historia, no para pedir compasión, sino para mostrar que a pesar de todo, seguía adelante. No creas, le diría a José, que he conquistado todo esto por mi silencio y por no llorar delante de ti. He perdido tanto que ya no puedo continuar, ni siquiera llorar.

Cuando el silencio se cansa de su silencio, emergen sonidos de las entrañas de su aburrimiento, y en esos momentos, Mariana encuentra una pequeña esperanza en el amor que siente por José. Es un amor que la hace sentir viva, un amor que le da fuerza para seguir adelante. Ella sabe que juntos, pueden superar cualquier obstáculo, porque su amor es excepcional y único.

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