Me quedé allí, buscándola con la mirada, pero fue como si se hubiese disuelto en el tiempo. Como un fragmento de un sueño del que uno despierta de golpe, sin la posibilidad de volver a él.
Por Ehab Soltan
Hoylunes – En la estación de metro de Xàtiva (Valencia), entre el ir y venir de la multitud, viví un instante que quedó suspendido en mi memoria como un susurro entre el ruido. Fue hace apenas dos días, pero la escena sigue fresca en mis sentidos, latiendo como un eco que se niega a desvanecerse.
La vi entre la gente. Una mujer cuya belleza desafía la realidad misma. No era solo su rostro armonioso ni la dulzura de su expresión, sino la luz que emanaba de sus ojos, una claridad tan radiante que parecía iluminar incluso la penumbra del subterráneo. Entonces, sonrió. Y su risa, libre y sincera, flotó en el aire, alcanzándome como un eco de alegría que hizo tambalear mi razón.
Me pregunté si reía por algo, por alguien… o por mí. Pero a mi lado solo había un anciano absorto en su libro y un joven perdido en la música de sus auriculares.
Confundió mis sentidos. Me robó el aliento. Y entonces, dio dos pasos hacia mí. Su risa continuaba danzando en el aire cuando su voz, más melodiosa de lo que jamás había imaginado, pronunció un simple “Hola”.
Mi corazón, incapaz de contenerse, se precipitó en un torbellino de emociones. Intenté responder, pero en ese instante, su teléfono sonó. Su rostro cambió fugazmente. Se alejó unos pasos, atendiendo la llamada, y la multitud la tragó en su incesante oleaje.
Me quedé allí, buscándola con la mirada, pero fue como si se hubiese disuelto en el tiempo. Como un fragmento de un sueño del que uno despierta de golpe, sin la posibilidad de volver a él.
“Vuelve”, susurré para mí mismo.
Porque hay miradas que marcan una vida, sonrisas que encienden un fuego imposible de extinguir. Y mientras haya vida, hay más historia por contar. #ehabsoltan #limonero1
