“El juguete perdido”: Una historia que habla de lo que se va, pero también de lo que queda.
Por Ehab Soltan
HoyLunes – Hay libros que nos cuentan una historia y libros que nos devuelven la nuestra. «El juguete perdido», la más reciente novela de Irene de Santos, pertenece a esta última estirpe: la de las obras que, con ternura y lucidez, nos invitan a mirar atrás sin miedo, a reconciliarnos con la infancia, con la memoria, con los silencios de nuestros mayores.
Nacida en Caracas en 1961, Irene de Santos lleva en la voz el eco de una ciudad vibrante y en la mirada el mapa de un país mágico: Venezuela. Traductora de profesión y escritora de corazón, ha hecho de las palabras tanto su oficio como su refugio. Su formación en la Universidad Central de Venezuela como intérprete de inglés, francés y español se completó con una constante inquietud por la narrativa: cursos de Escritura Creativa, Argumentación y Marketing de Contenidos han acompañado su camino literario.
Durante años, el diseño y la fabricación de mobiliario marcaron su actividad profesional, pero nunca dejó de escribir, de imaginar, de urdir historias en silencio. Esa fidelidad a la escritura cristalizó en 2013 con la publicación de su primera novela «El viaje de la flauta triste», bajo el sello Lector Cómplice. Le siguieron «La máscara del verdugo» (Europa Ediciones, 2020) y «El juguete perdido» (2023), lanzada a través de Amazon KDP, en un gesto de autonomía creativa que revela su profundo compromiso con la literatura y con su propia voz.

En «El juguete perdido», un abuelo y su nieto —dos soledades que se reconocen sin palabras— emprenden juntos un viaje íntimo por el tiempo y la memoria. Todo comienza con la desaparición de un camión rojo durante una noche de tormenta en Detroit. Pero esa pérdida mínima, casi banal, se convierte en el hilo que desata un ovillo de recuerdos familiares que recorre setenta años de historia. La narración se desplaza con sutileza entre Portugal, Nueva York y América Latina, entre fábricas abandonadas por el tiempo, dictaduras que desgarran y la promesa del progreso industrial que, alguna vez, lo cubrió todo.
Contada desde la voz de un abuelo solitario que comparte unos días con un nieto rebelde y silencioso, la novela se convierte en un canto contra el olvido, una búsqueda de sentido entre generaciones, donde el pasado no pesa: ilumina. En la prosa de Irene de Santos, la nostalgia se convierte en semilla, y la literatura en ese lugar donde las pérdidas, por fin, encuentran consuelo.
Como buena artesana de la palabra, Irene escribe desde la observación y el detalle: sus personajes respiran, dudan, callan, aman, pierden. En su estudio de Santa Cruz de Tenerife, frente a una ventana que le permite mirar la vida como si fuera cine mudo, escribe cada mañana como quien vuelve a sí misma. Su literatura está hecha de esa materia: lo cotidiano elevado a memoria, lo pequeño revelado como esencial.

Irene de Santos y su libro «El juguete perdido» forman parte del prestigioso proyecto «Detrás de cada libro hay una historia», impulsado por el Consejo Literario Independiente de «Viajes Literarios» y «Drama Social». Esta iniciativa reúne a escritores de distintas nacionalidades con el propósito de celebrar la diversidad de voces que dan forma a la literatura contemporánea. Su publicación inicial en español permitirá que estas historias lleguen primero a los corazones hispanohablantes, antes de abrirse paso en otros idiomas, culturas y geografías, llevando así el mensaje de Irene a nuevas latitudes.
«El juguete perdido» es una novela que abraza, que duele con dulzura, que habla de lo que se fue pero también de lo que aún nos acompaña. En ella, Irene de Santos confirma lo que ya sabíamos quienes la hemos leído antes: que escribe para no olvidar, pero también para recordarnos que seguimos vivos.
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