A través de una conversación respetuosa, un escritor y un periodista dialogan sobre los puntos fuertes y las dificultades reales que presenta el acceso a subvenciones culturales en España.
¿Estamos realmente todos en igualdad de condiciones para solicitar apoyo público para escribir? El entusiasmo, la burocracia, la vocación y el derecho a la cultura se cruzan en esta charla sin prejuicios.
Por Ehab Soltan
HoyLunes – ¡Buenas tardes! —dijo Ricardo, escritor de mediana edad con una sonrisa amplia—. Estoy preparando mi solicitud para las ayudas a la creación literaria del Ministerio de Cultura. Me parece una oportunidad excelente.
¿Y qué te pide el formulario? —pregunté entusiasmado por saber más.
—Pues presentar el proyecto de obra, una memoria, mi currículum literario, y luego, si me la conceden, justificar como autónomo. Me parece justo. El Estado invierte, y tiene que haber una trazabilidad.

Es razonable. Pero… ¿crees que todos los escritores pueden ser autónomos al momento de justificar la ayuda?
—Bueno… es verdad que es un requisito técnico exigente, pero es parte del juego profesional, ¿no?
—¿Y si hablamos de una ama de casa que escribe desde hace años, sin ingresos propios? ¿O un jubilado, o alguien en paro que tiene una gran obra pero no puede asumir los más de 300 € mensuales que cuesta ser autónomo?
—Sí, eso es cierto… no lo había pensado así. Pero si no se exige nada, se colaría cualquiera.
—No se trata de exigir “nada”, sino de buscar modelos de justificación distintos. La ayuda es cultural, no empresarial. Quizá podrían contemplarse contratos artísticos, convenios con asociaciones o formas puntuales de colaboración con editoriales.
Hablando de editoriales… también piden, en algunos casos, un contrato firmado, ¿no?
—Sí. Y en muchos casos, las editoriales no firman sin dinero por delante, lo que ha dado lugar a prácticas de coedición donde el autor paga. Es decir: sin el contrato no hay ayuda, y sin ayuda no hay contrato. Un círculo complejo.
—Pero el Ministerio lo hace para asegurar que el libro llegará al público.
—Lo entiendo, y lo comparto. Pero al final la ayuda termina fluyendo, en parte, hacia sellos editoriales que cobran por firmar. Quizá habría que valorar también la calidad del manuscrito, aunque aún no tenga contrato.

¿Y sabes quién evalúa las solicitudes?
—Sí, las comisiones de valoración están formadas por expertos. Pero hay discrecionalidad técnica y artística. No es una crítica, es parte del proceso. Pero sin criterios más amplios, se corre el riesgo de priorizar siempre a quienes ya están dentro del circuito.
Entonces, ¿estás en contra de las ayudas?
—¡No, en absoluto! Valoro muchísimo el esfuerzo del Ministerio de Cultura. Que se destinen fondos públicos al fomento de la creación literaria es una noticia positiva, y más aún en tiempos en los que la cultura necesita oxígeno.
¿Entonces qué propones?
—Una revisión técnica y social de los requisitos. Ampliar los perfiles elegibles. Equilibrar lo fiscal con lo cultural. No estamos pidiendo que bajen los estándares de calidad, sino que suban las oportunidades para quienes no tienen respaldo económico, pero sí ideas.
¿Y crees que eso es posible?
—Con voluntad, sí. De hecho, muchos lo están planteando desde asociaciones de traductores, escritores y editoriales independientes. Sería bueno que el Ministerio recogiera esas propuestas.
—Me dejas pensando. Yo siempre creí que bastaba con tener talento…
—El talento es el corazón. Pero sin estructura de apoyo, muchos no llegan a mostrarlo. Eso es lo que duele: que voces brillantes se queden fuera no por falta de mérito, sino por un requisito administrativo.

¿Y cómo cerramos este diálogo?
—Reconociendo lo que ya se hace bien —porque hay mucho que celebrar— y al mismo tiempo señalando que una política cultural ambiciosa también debe ser inclusiva. Ojalá pronto podamos decir que las ayudas son realmente competitivas… pero para todos los que sueñan con escribir.
Las subvenciones culturales no deberían ser premios para quienes ya están dentro, sino puentes hacia nuevas voces. Voces que escriben desde la precariedad, la experiencia diversa o la pasión silenciosa, y que no deben quedar fuera por no haber aprendido aún el lenguaje burocrático de la subvención.
#hoylunes, #ehab_soltan,