En la tercera jornada de la 70ª Seminci, la emoción se reparte entre los reflejos de la Transición española, la intensidad de un romance queer británico y la crudeza moral del estalinismo según Sergei Loznitsa. El cine se convierte, una vez más, en espejo y herida del tiempo.
Por Jorge Alonso Curiel
HoyLunes – En esta tercera jornada de la Sección Oficial a Concurso se proyectaron dos óperas primas muy distintas entre sí —una española y otra británica— y el nuevo largometraje del veterano cineasta bielorruso Sergei Loznitsa.
Golpes, de Rafael Cobos, marca el salto a la dirección del guionista sevillano nacido en 1973, autor de títulos tan reconocidos como La isla mínima, 7 vírgenes o El hombre de las mil caras. En su debut, Cobos revisita el cine quinqui que floreció en España entre finales de los 70 y comienzos de los 80, cuando la delincuencia juvenil, la heroína y el paro se mezclaban con el despertar de la democracia. Aquellas historias de jóvenes marginales convertidos en leyenda —como El Vaquilla— reflejaban una España que aún buscaba su identidad.

Con guion propio junto a Fernando Navarro, Golpes cuenta la salida de prisión de Miguel, decidido a cambiar de vida en la Sevilla de los ochenta. Sin embargo, la necesidad de cerrar viejas heridas y conseguir dinero rápido lo empuja a reunir a su antigua banda para perpetrar atracos. El conflicto estalla cuando el inspector que investiga los robos es Sabino, su hermano mayor. En palabras del propio Cobos, durante la rueda de prensa en el Teatro Calderón, la película intenta “mezclar las peripecias del cine quinqui con un tono más crepuscular y una reflexión política sobre las heridas abiertas de la Transición”. Aun así, el resultado, aunque correcto, carece del pulso emocional que cabía esperar. Ni los brillantes intérpretes —Luis Tosar o Jesús Carroza— logran rescatar del todo una historia que, pese a su honestidad, no consigue emocionar ni sacudir la memoria.

La siguiente ópera prima, Pillion, del joven británico Harry Lighton (Portsmouth, 1992), supuso un soplo de aire fresco. Basada en la novela de Adam Mars-Jones y premiada por su guion en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes, la cinta construye una historia tan provocadora como conmovedora. Colin (interpretado por Harry Melling), un joven gris y sin rumbo, trabaja como controlador de aparcamiento hasta que su vida cambia al conocer a un motero guapo y misterioso, encarnado por el sueco Alexander Skarsgård, que lo arrastra a una relación de sumisión, deseo y pérdida de inocencia.

Lighton logra equilibrar ternura e ironía en una feel good movie que desafía los límites del amor y la dependencia. Pillion es una comedia romántica invertida, un viaje emocional que celebra la fragilidad humana y el deseo de pertenecer. Su protagonista, Melling —conocido por la saga Harry Potter— ofrece una interpretación tan vulnerable como magnética, que podría valerle la Espiga al mejor actor.

El cierre de la jornada llegó con Dos Fiscales (Two Prosecutors), del maestro Sergei Loznitsa, quien vuelve a levantar un espejo incómodo frente al poder. Ambientada en la Rusia estalinista de 1937, la película narra el caso real de Georgy Demidov, un hombre encarcelado injustamente cuya carta llega, de manera insólita, a manos del fiscal Alexander Kornyev. Lo que sigue es un relato kafkiano sobre la corrupción, la censura y el valor moral frente a la maquinaria del Estado.

Escrita por el propio Loznitsa y coproducida por seis países europeos, Dos Fiscales es una obra de impecable factura visual que indaga en los límites de la obediencia y la conciencia. Su tono sereno pero implacable deja en el espectador una pregunta que atraviesa el tiempo: ¿cómo puede el poder llegar tan lejos sin que nadie lo detenga? Loznitsa, con su habitual lucidez, nos recuerda que el olvido es la antesala de la repetición.

Así, esta tercera jornada de la 70ª Seminci dejó una triple impresión: el eco de una España herida, el brillo de un amor improbable y la oscuridad persistente del totalitarismo. Tres formas distintas de mirar el alma humana desde la pantalla.


