Una voz inconfundible del columnismo español se apaga en Cantabria tras más de medio siglo de ironía, sátira y lucidez. Su muerte deja un vacío en una prensa donde cada vez escasean los estilos personales, las convicciones firmes y la capacidad de mirar la realidad con humor —a veces ácido, siempre literario— sin renunciar a la independencia.
Por Jorge Alonso Curiel
HoyLunes – El escritor y periodista Alfonso Ussía (Madrid, 1948) falleció este viernes 5 de diciembre de 2025 a los 77 años en su domicilio de Ruiloba (Cantabria), poniendo fin a una trayectoria de más de medio siglo marcada por la sátira, la ironía y un estilo inconfundible que lo convirtió en una referencia del columnismo español. Su muerte supone la desaparición de una voz que, durante décadas, ocupó un lugar destacado en la prensa, capaz de mezclar tradición literaria, humor ácido y opinión crítica y libre.
Nacido en Madrid en 1948, Ussía creció en un entorno estrechamente vinculado a las letras: era nieto del dramaturgo gaditano Pedro Muñoz Seca, cuyo legado satírico influyó claramente en su propio estilo como escritor. Tras iniciarse en la poesía humorística, dio el salto a la prensa en los años setenta, primero como documentalista y colaborador, y luego como columnista. Con el tiempo se consolidó en periódicos como ABC, donde firmó durante años la popular sección “Cosas que pasan”, además de colaborar en Diario 16, La Razón y diversas revistas. En sus últimos años mantenía una presencia constante en El Debate, donde continuó publicando incluso en fechas muy cercanas a su fallecimiento.
Extensa obra literaria
Su obra literaria fue también extensa: más de cuarenta libros entre poesía, ensayo, recopilaciones de artículos y narrativa. Entre ellos, destaca especialmente la serie protagonizada por el marqués de Sotoancho, un personaje satírico que se convirtió en uno de los iconos de su literatura y que le granjeó muchos fieles lectores. Su prosa, siempre irónica, precisa y cargada de referencias culturales, buscaba retratar las costumbres, contradicciones y excesos de la sociedad española desde una perspectiva crítica.
A lo largo de su carrera recibió numerosos reconocimientos. Entre ellos, el Premio González Ruano, el Mariano de Cavia y el Premio Jaime de Foxá, además de distinciones institucionales como la Medalla de Oro de la Comunidad de Madrid. En este 2025, pocos meses antes de su muerte, fue galardonado con el Premio de Cultura de la Comunidad de Madrid en la categoría de Literatura, un homenaje a una trayectoria tan exitosa como consolidada.
Icono de independencia
Su estilo era reconocible, muy personal. Es una escritura directa, cargada de ironía, ingenio y lucidez que no rehuía el debate ni el conflicto. Ussía defendió durante toda su trayectoria la libertad para ejercer la sátira, incluso cuando esto le valió enfrentamientos públicos, denuncias o críticas. Sus artículos generaban adhesiones entusiastas y también muchos detractores, demostrando su capacidad para influir en el debate público. Esa mezcla de valentía, humor y convicción marcó su identidad como columnista en un panorama donde las voces tan personales son ya cada vez menos frecuentes.
En los últimos años había elegido Cantabria como refugio personal, instalándose en Ruiloba, desde donde siguió escribiendo pese a su precaria salud. Quienes lo conocían destacaban su vínculo con la región, a la que defendió y divulgó en múltiples ocasiones. Tras su fallecimiento, las autoridades cántabras lo han recordado como un “embajador cultural” de la comunidad.
La noticia de su muerte provocó numerosas reacciones en el ámbito mediático, cultural y político. El Real Madrid, club del que era seguidor declarado y con el que mantuvo una estrecha relación a lo largo de su vida, incluyendo su candidatura como presidente en 1991 que no llegó a ganar, ha expresado públicamente su pesar. Compañeros de profesión, escritores y lectores coincidieron en destacar su independencia, su humor y la capacidad de su columna para crear opinión y debate. Su personalidad no dejaba indiferente.
Con su fallecimiento desaparece una de las últimas grandes figuras del columnismo tradicional, aquel en el que la opinión se construía desde la literatura, la sátira y una mirada tan valiente como reflexiva y crítica. Descanse en paz.
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