El cuerpo también cambia de estación: por qué las defensas bajan y cómo mantenerlas despiertas.
Por Any Altamirano
HoyLunes – El aire se vuelve más frío, las tardes se acortan y los parques se tiñen de hojas doradas. Con el otoño llega también un reto silencioso: mantener el sistema inmunitario alerta frente a virus, resfriados y un cansancio que parece venir con el viento. En esta época del año, especialmente para las personas mayores, no solo baja la temperatura: baja también la capacidad del organismo para reaccionar ante las infecciones.
Los médicos lo explican de manera sencilla: el cuerpo envejecido tiene una memoria inmunológica más lenta. Pero la vida cotidiana también influye. Menos sol significa menos vitamina D, y con ello, una inmunidad más perezosa. Además, el regreso a espacios cerrados —autobuses, mercados o centros de día— multiplica la exposición a virus respiratorios.

Lo que el cuerpo necesita —y a veces olvida—
No se trata de vivir con miedo, sino de aprender a escuchar al cuerpo.
El descanso sigue siendo una medicina olvidada: dormir bien ayuda a que las defensas se regeneren cada noche.
Una alimentación rica en frutas de temporada (mandarinas, granadas, manzanas) refuerza el sistema con antioxidantes naturales.
Y un paseo diario, aunque el aire esté fresco, mantiene en movimiento tanto los músculos como la circulación inmunológica.
Los expertos recomiendan además algo que no siempre se menciona: la socialización consciente. La soledad prolongada tiene un impacto directo en la inmunidad. Conversar, reír y compartir reduce el estrés, que es uno de los grandes enemigos de las defensas. En ese sentido, una tarde de charla con amigos puede ser tan beneficiosa como una dosis de vitaminas.

Pequeñas precauciones que cambian el otoño
Lavar las manos con frecuencia, ventilar los espacios cerrados y vacunarse contra la gripe o el COVID son medidas básicas que salvan complicaciones.
Pero también conviene preparar el hogar: una manta a mano, buena iluminación, y evitar cambios bruscos de temperatura ayudan al cuerpo a adaptarse sin sobresaltos.

El mensaje no es de alarma, sino de equilibrio.
El otoño puede ser una estación de fortaleza si se vive con atención y cuidado.
No hay que temerle al frío, sino al descuido.
Cada gesto cotidiano —desde abrigarse bien hasta sonreír con calma— es una forma de inmunidad.


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