El acuerdo firmado en Doha consolida una relación policial que lleva más de una década en construcción y abre un nuevo ciclo de intercambio operativo, formación y gestión conjunta de riesgos en un contexto internacional marcado por tensiones, amenazas híbridas y grandes eventos deportivos.
HoyLunes – Doha amaneció hoy con un aire más político que ceremonial. En una sala sobria, sin estridencias ni gestos grandilocuentes, España y Catar sellaron un plan de acción que busca elevar la cooperación bilateral en seguridad, a un nivel que responda a los desafíos actuales: terrorismo internacional, ciberamenazas, crimen organizado y la exigente gestión de grandes eventos globales.
Es el tipo de acuerdo que rara vez ocupa portadas, pero que influye profundamente en cómo los Estados se preparan, dialogan y responden a riesgos que no conocen fronteras.
El ministro del Interior español, Fernando Grande-Marlaska, se convirtió además en el primer titular del Interior de España en visitar Catar, un detalle que el Gobierno catarí subrayó como signo de confianza mutua.
Un acuerdo que se apoya en más de diez años de trabajo
El plan firmado hoy no nace de cero. Es la continuación del convenio suscrito en 2011 entre ambos países, un documento que, con el paso del tiempo, dejó claro que necesitaba actualizarse ante nuevas formas de amenaza.
El nuevo plan fija seis líneas prioritarias:
Intercambio de información sobre delitos.
Lucha contra terrorismo, blanqueo de capitales, delincuencia organizada y falsificación.
Respuesta al narcotráfico y la ciberdelincuencia.
Seguridad en puertos, aeropuertos y pasos fronterizos.
Capacitación y desarrollo de capacidades.
Cooperación técnica especializada.
Se trata de un marco operativo amplio, propio de países que intentan alinearse en un escenario donde la seguridad ya no es solo física, sino digital, financiera y reputacional.
Grande-Marlaska definió a Catar como un “actor clave” en su región, especialmente por su papel en los diálogos entre Israel y Palestina —un rol ampliamente reconocido por la prensa internacional y las organizaciones regionales—.
El reconocimiento no pretende entrar en juicios, sino en la idea pragmática de que, en un tablero complejo, la mediación requiere actores capaces de hablar con todas las partes.
España, en este sentido, busca incorporar esa perspectiva regional para mejorar su análisis de amenazas, especialmente en cuestiones relacionadas con radicalización y terrorismo.
El Mundial de 2022 como laboratorio de colaboración
En 2022, Catar y España colaboraron intensamente en el dispositivo de seguridad del Mundial de Fútbol. Aquel operativo —que incluyó intercambio de agentes, protocolos y asesoramiento técnico— se cita ahora como un precedente que ambos países quieren consolidar.
En Doha, el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska y su homólogo catarí, Sheikh Bin Hamad bin Khalifa Al Thani, mencionaron que esa experiencia servirá de base para futuras cooperaciones, especialmente pensando en grandes eventos como los Grandes Premios de Fórmula 1, que ya se celebran en Catar y llegarán a Madrid en 2026.
El nuevo acuerdo incorpora también una dimensión técnica de alto nivel: la creación de una hoja de ruta para compartir prácticas de gestión de crisis, desactivación de explosivos, operaciones de rescate y protección frente a riesgos químicos, biológicos, radiológicos y nucleares (CBRN).
Grande-Marlaska dedicó parte de su visita a conocer las instalaciones de la Lekhwiya, la fuerza de seguridad interna de Catar, una unidad que combina funciones de élite:
Protección de autoridades
Lucha antiterrorista
Mantenimiento del orden público
Vigilancia de aguas territoriales
El ministro presenció exhibiciones operativas y la presentación de una selección de sus unidades. La colaboración con esta fuerza se reforzará mediante una declaración conjunta ya firmada por ambos ministros.
Con la vista puesta en la modernización de los cuerpos policiales y en un mundo donde la información es tan valiosa como las infraestructuras críticas, el acuerdo firmado hoy parece más un punto de partida que una conclusión.
España y Catar seguirán desarrollando proyectos conjuntos y explorando nuevas formas de cooperación conforme evolucionen los riesgos globales. Como señaló el propio Ministerio del Interior en su nota, el entendimiento bilateral se asienta sobre “confianza mutua y voluntad compartida”.
Este acuerdo no transforma de un día para otro la arquitectura de seguridad entre ambos países. Pero sí marca una dirección clara:
en un mundo interdependiente, ningún Estado puede afrontar solo los desafíos que se mueven por redes financieras, digitales y sociales.
España y Catar, desde contextos geográficos muy distintos, parecen coincidir en que la seguridad del siglo XXI será necesariamente cooperativa. Y que los desafíos que vienen —grandes eventos deportivos, ciberataques, crimen trasnacional, radicalización— no dejan espacio para la improvisación.
Tal vez ahí radique la clave de este nuevo plan: una apuesta por la profesionalidad, la continuidad y la cooperación técnica, sin gestos dramáticos ni triunfalismos.
Solo trabajo conjunto y una visión compartida del riesgo.
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