El Estado compra nácar y memoria

Una adquisición histórica del Ministerio de Cultura abre preguntas sobre patrimonio, prioridades y relato público.

 

Por Ehab Soltan

HoyLunes – El patrimonio no suele hacer ruido. No corta calles ni provoca aplausos inmediatos. Pero a veces, una decisión administrativa —silenciosa, técnica— revela mucho más de lo que aparenta. Esta semana, el Ministerio de Cultura ha adquirido por 2,2 millones de euros una serie de nueve *enconchados* novohispanos del siglo XVII, una operación que, por su importe y su relevancia histórica, se convierte en la compra pública de bienes culturales más importante del año.

Las obras, óleos sobre tabla con incrustaciones de nácar producidos en el virreinato de Nueva España, pasarán a formar parte de la colección del Museo de América, que ya custodia el mayor conjunto de este género a nivel mundial. La noticia, presentada en términos de excelencia artística y conservación patrimonial, merece algo más que una lectura celebratoria: exige contexto, memoria institucional y una reflexión pública sobre el sentido de estas adquisiciones hoy.

La presentación en el templo
La presentación en el templo

Qué ha comprado exactamente el Estado

La serie adquirida está compuesta por ocho escenas de la vida de la Virgen —desde su Natividad hasta su Asunción y Coronación— y una novena tabla dedicada a la Virgen de Guadalupe, probablemente integrada en el conjunto original. Se trata de una colección excepcional no solo por su estado de conservación, sino por su coherencia iconográfica y técnica: los «enconchados» fueron una manifestación artística breve, desarrollada apenas durante un siglo, de la que solo se conservan unas 300 piezas en todo el mundo.

La técnica, que combina pintura al óleo con incrustaciones de nácar, refleja el cruce de influencias entre Europa, América y Asia en el mundo colonial. El gusto por el lujo oriental, la laca japonesa ‘urushi’, el barroco novohispano y la iconografía cristiana se entrelazan en unas obras que, más allá de su belleza, son testimonio material de un sistema cultural global temprano.

Por qué esta compra es relevante y por qué ahora

El Ministerio de Cultura no ha detallado públicamente si la operación responde a un riesgo de dispersión internacional de la serie, a un derecho de tanteo o a una estrategia planificada de adquisición. Tampoco se ha explicado de forma explícita por qué esta compra era prioritaria en este momento concreto.

Y sin embargo, el contexto importa. El Museo de América custodia ya cerca de un centenar de «enconchados», lo que convierte esta adquisición en un refuerzo de una línea curatorial clara: consolidar a la institución como referencia mundial en este género. Desde ese punto de vista, la compra es coherente y estratégica. Desde el punto de vista del gasto público, la pregunta legítima no es si la serie es valiosa —lo es—, sino cómo se articula esta decisión dentro de una política cultural más amplia, transparente y explicada al ciudadano.

El bautismo de la Virgen
El bautismo de la Virgen

Entre la conservación y el silencio crítico

El relato institucional subraya la riqueza ornamental, la suntuosidad de los textiles, el uso del oro y la singularidad iconográfica de escenas poco habituales, como el Bautismo de la Virgen y san José. Todo ello es cierto. Pero el texto oficial evita deliberadamente cualquier referencia al debate contemporáneo sobre el patrimonio colonial: su origen, su lectura actual y su papel en los museos europeos del siglo XXI.

No se trata de cuestionar la legitimidad de la custodia, sino de reconocer que estas obras no son solo objetos artísticos, sino también documentos históricos de un sistema de poder, evangelización y circulación de riqueza. Integrar esta dimensión no debilita la colección; la fortalece intelectualmente.

El Museo de América como depositario de memoria

Con esta adquisición, el Museo de América refuerza una colección que ya incluye series fundamentales como las de la Conquista de México o la Vida de Cristo, algunas en depósito de instituciones como el Museo del Prado o el Museo Nacional de Escultura. El museo se consolida así como un espacio clave para comprender la complejidad del mundo hispánico y colonial, siempre que su discurso museográfico acompañe a la calidad de sus fondos.

La pregunta que queda abierta no es artística, sino cívica: ¿cómo se contará esta historia al visitante?, ¿qué relato acompañará a estas tablas?, ¿serán solo admiradas o también interpretadas?

La adormición de la Virgen
La adormición de la Virgen

Patrimonio que exige explicación

La compra de esta serie de «enconchados» no es un error ni un exceso. Es una decisión cultural de alto nivel que merece ser explicada con la misma profundidad que se ha invertido en ella. En tiempos de escrutinio público, el patrimonio no puede refugiarse únicamente en el lenguaje de la excelencia estética.

El verdadero valor de esta adquisición no está solo en el nácar, el oro o la pintura, sino en la capacidad del Estado para convertirla en conocimiento compartido, memoria crítica y cultura viva. Ahí es donde se juega, hoy, la legitimidad del gasto cultural.

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