Valladolid respira cine: segundas luces de la Seminci

Entre filas que recuerdan otros tiempos y películas que estremecen el alma, la 70ª edición de la Seminci vive su segunda jornada con dos obras que se adentran en los territorios más hondos del ser humano: «Subsuelo», de Fernando Franco, y «El Sendero Azul», de Gabriel Mascaro, dos visiones distintas unidas por la intensidad y la belleza.

 

Por Jorge Alonso Curiel

HoyLunes – Valladolid continúa en plena ebullición cinéfila. Las calles de la ciudad respiran cine por todos sus poros. Las largas colas que se pueden encontrar a las entradas de los cines provocan satisfacción y sorpresa, y recuerdan tiempos mejores en los que los espectadores llenaban las salas. Como también causa sorpresa a más de uno encontrarse, paseando tranquilamente por las aceras, o verlos tomando un vino en cualquier bar del centro, a actores y directores que admiran.

En este segundo día de la Sección Oficial, los espectadores disfrutamos con dos largometrajes que merecen mucho la pena.

El festival vibra entre emociones fuertes, cine comprometido y la magia de las primeras filas.

Subsuelo, de Fernando Franco

Estrenada mundialmente en esta Seminci, el cuarto largometraje del montador y director sevillano Fernando Franco (1976) es un admirable trabajo de un cineasta que ha llegado a la madurez en su oficio, y que además destaca por tener un mundo propio y un estilo, no solo reconocibles, sino también llenos de personalidad e interés.

También reconocido montador con siete nominaciones a los Goya (‘Robots Dreams’, ‘Un año, una noche’, ‘Que Dios nos perdone’ o ‘Blancanieves’), como cineasta se ha convertido en un experto creador de atmósferas asfixiantes, perturbadoras, hipnóticas, traumáticas, en las que unos personajes ahogados en sí mismos deambulan por un fino hilo que promete romperse en cualquier momento.

En esta ocasión, Fernando Franco adapta de manera ejemplar, junto a Begoña Arostegui, la novela homónima del escritor argentino Marcelo Luján, que resultó ganadora del Premio Dashiell Hammett de la Semana Negra de Gijón en 2016, de la que logra extraer todo lo mejor de esta historia tan impactante.

Fernando Franco presentó en Seminci su obra más madura y perturbadora: «Subsuelo».

La cinta narra la peripecia de dos jóvenes hermanos mellizos, Eva y Fabián, que se verán involucrados, en una noche de verano, en un terrible accidente automovilístico, cuando iban por hielo a un pueblo cercano, acompañados también por el joven que está enamorado de ella. Este accidente deparará terribles consecuencias físicas y creará también secretos difíciles de ocultar que marcará la vida de todos los familiares.

Subsuelo: un drama de silencios y heridas invisibles.

Coproducción española y uruguaya, el director logra su mejor película, la más redonda y estilizada, con este intenso y tenso drama, con este retorcido thriller con muchos rasgos de depurado relato de terror psicológico lleno de silencios desasosegantes y heridas profundas y devastadoras que aborda temas como la culpa, la pesada carga inherente al secreto, el deseo morboso y la fragilidad humana, y en el que hay que destacar los maravillosos trabajos de los actores Julia Martínez como Eva, Diego Garisa como el problemático hermano mellizo y del resto del reparto que reflejan convincentemente la tragedia que sufren.

En la rueda de prensa celebrada la mañana de este sábado en el Salón de los Espejos del teatro Calderón, el director español recordó la suerte que tuvo al encontrar la novela de Luján, que contenía “una complejidad en el tratamiento del tiempo” que le interesó, y que convirtió en una adaptación que tiene diferencias notables con relación al texto literario. En cuanto a la manera de rodar, la película fue “un aprendizaje continuo”, ya que afirmó que ha supuesto una evolución “más sofisticada” en su estilo, con la utilización de “steadycam y una mayor planificación”.

Una película compleja, llena de depurados ecos dolorosos, que recuerda al cine del austriaco Michael Haneke, y a la que ayuda la precisa banda sonora de Maite Arroitajauregui. Confirma el talento y el buen pulso de este director que ya ganó el Goya al mejor director novel en 2014 por «La Herida», otra muestra estupenda de cine íntimo tan perturbador como humano. Muy recomendable para los amantes de las emociones fuertes.

Gabriel Mascaro convierte el Amazonas en un espejo de libertad en «El Sendero Azul».

El Sendero Azul (O último Azul), de Gabriel Mascaro.

“Quería hacer una película sobre la vida de una persona mayor que no tratase de finitud, muerte o nostalgia”, aseguró el cineasta brasileño (1983) al explicar su cuarto largometraje ‘El Sendero Azul’, una bella fábula sobre el edadismo, la discriminación hacia las personas mayores, que ganó en esta pasada Berlinale (Festival de Cine de Berlín) el Gran Premio del Jurado.

Mascaro quería lograr, de esta manera, y con el gran referente de «Una Historia verdadera», de David Lynch, como él mismo apuntó en la rueda de prensa, un largometraje que fuera un grito de libertad y autoafirmación en un mundo actual que relega a los ancianos, que los aparta por ser una carga para sus familias y para el Estado por no producir para esta sociedad materialista, cada vez más alejada a los valores humanos.

Y para ello, cuenta el relato de Tereza, una valiente mujer de 77 años, toda una heroína, que es forzada a dejar su hogar en el Amazonas e ingresar en una colonia donde el gobierno envía a los ancianos a pasar sus últimos años de vida. Pero Tereza, antes de cumplir esta orden, desea cumplir un deseo que siempre ha tenido y que nunca pudo cumplir, y que no es otro que solamente montar en avión, hacer un viaje en avión, aunque sea corto y tenga que regresar a casa en el mismo día. Pero no se lo permiten, nadie le vende un billete de viaje, y comenzará una huida por el Amazonas en busca de su sueño que le hará vivir toda una experiencia con los personajes que se va encontrando en el río, y todo ello le llevará a conseguir muchos asuntos más.

Tereza, la protagonista de 77 años, emprende un viaje que redefine la palabra esperanza.

Con estupendo guion original del propio Mascaro y de Tiberio Azul, y con producción de varios países (Brasil, México, Chile y Países Bajos), el cineasta ofrece un encantador y esperanzador relato distópico en el que se entrelazan toques fantásticos, y que reflexiona sobre la libertad, la autoafirmación, la resistencia, la lucha por la singularidad, la independencia y la transgresión. Una river movie crítica, comprometida, que consigue su objetivo de hacer reflexionar, con una maravillosa fotografía de Guillermo Garza, y que resulta un viaje ejemplar.

Mascaro consigue una obra llena de humanidad y buenos sentimientos con un mensaje claro de alerta: Las personas mayores tienen mucho que decir y que enseñarnos y poseen todos los derechos fundamentales. Deliciosa película que recomiendo no perderse.

También se proyectaron en Sección Oficial a Concurso tres películas más: ‘Pillion’, de Harry Lightoon, de la que escribiré mañana, en la tercera crónica; ‘La Chica zurda’, de Shih-Ching Tsou, y ‘Dos Fiscales’, dirigida por el bielorruso Sergel Loznitsa.

Jorge Alonso Curiel. Periodista, redactor, escritor, crítico cinematográfico, fotógrafo. Licenciado en Filología Hispánica. Socio del Círculo de Escritores.
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