En sus ojos, la confusión era un constante compañero, como si cada parpadeo narrara historias de despedidas y desencuentros.
Por Ehab Soltan… La segunda parte de la novela {LimoneroII}
Hoylunes – Había un hombre cuyo corazón navegaba por las aguas turbias de la melancolía. Atravesaba la vida con una sombra persistente que envolvía sus días en un manto de tristeza insondable.
Caminaba por la senda de la existencia, pero sus pasos resonaban con la ausencia de algo indefinido. Había amado y dejado atrás lugares, pero dentro de él persistía un vacío, un eco constante de pérdida y privación.
En sus ojos, la confusión era un constante compañero, como si cada parpadeo narrara historias de despedidas y desencuentros. Aunque el tiempo avanzaba, todas las puertas se cerraban en su corazón, sellando sus anhelos en un rincón donde la tristeza se enredaba con sus pensamientos.
A cada paso, sentía que algo faltaba, una pieza crucial para completar la imagen de su vida. Buscaba la cura para su condición, pero el remedio estaba esquivo, oculto en la bruma de su propia melancolía. Había intentado amar y dejar atrás, pero dentro de él, el sentimiento de pérdida persistía.
La tristeza, como una sombra etérea, se apoderaba de él de manera intermitente, sin explicación aparente. Había aprendido a hablar menos, a refugiarse en el silencio donde sus pensamientos encontraban eco.
Sus recuerdos, como pasajeros en un barco, se desvanecían en la corriente del tiempo. Las fotos de amigos y seres queridos le recordaban ausencias, dejando en su corazón la pregunta persistente: ¿Cuántos habían dicho adiós a sus amores, y cuántos vagaban en la tristeza sin motivo aparente?
En sus ojos, siempre residía una mirada de nostalgia, un eco de añoranza sin destinatario claro. La vida, lenta y sigilosa, le robaba pedazos de su existencia en su ausencia. Un hombre perdido entre sombras de nostalgia, anhelando el presente que olvidó vivir #ehabsoltan #limoneroII
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