Anabel permanecía ajena a la profundidad de sus sentimientos. Para ella, Samuel era un amigo, un confidente, pero nada más. Las palabras de amor de Samuel nunca encontraron camino hacia su corazón.
Por Ehab Soltan… La segunda parte de la novela {LimoneroII}
Hoylunes – En Valencia, vivía Samuel, un poeta cuya alma estaba impregnada de un amor no correspondido. Su corazón pertenecía a Anabel, una mujer de inigualable belleza y espíritu, cuya sola presencia encendía en él un fuego de pasión y deseo.
Samuel había amado a Anabel en secreto durante años, escondiendo sus sentimientos en los versos que escribía noche tras noche. Para él, Anabel era como una musa inalcanzable, una presencia que lo inspiraba y al mismo tiempo lo atormentaba con su inaccesibilidad.
«Ojalá me entendieras tan en serio como yo te entiendo a ti», susurraba Samuel a las estrellas, imaginando un mundo donde Anabel compartiera su amor. Cada encuentro con ella era una mezcla de éxtasis y agonía. Veía su rostro en cada amanecer, y sus ojos le seguían en cada atardecer.
Sin embargo, Anabel permanecía ajena a la profundidad de sus sentimientos. Para ella, Samuel era un amigo, un confidente, pero nada más. Las palabras de amor de Samuel nunca encontraron camino hacia su corazón.
Cada día que pasaba, el anhelo de Samuel por Anabel crecía, Cada día, él la observa desde lejos, perdiéndose en la profundidad de sus ojos, soñando con un futuro juntos que parece más una fantasía que una posibilidad real. Convirtiéndose en una tortura dulce y dolorosa. «Lo que más me tortura de amarte es que no puedo amarte más», escribía en su diario, una colección de poemas y cartas nunca enviadas.
En su soledad, Samuel fantaseaba con sorprender a Anabel con regalos y gestos románticos, soñando con el día en que ella finalmente vería lo que había estado frente a sus ojos todo el tiempo. Imaginaba cómo sería tomar su mano y confesarle su amor, cómo sería escucharla decir «te amo» a cambio.
Pero la realidad era cruel, y Samuel sabía que su amor por Anabel era un camino hacia lo imposible. Ella era excepcional, un ser de luz que desafiaba todas sus palabras y textos. Para estar a su nivel, Samuel sentía que necesitaba decenas de idiomas, innumerables palabras que aún no existían.
«Eres una mujer que no escribe», lamentaba Samuel. «Mis palabras jadean como caballos en tus alturas, y aún así, no son suficientes para cruzar tus distancias de luz».
La historia de Samuel es un testimonio del amor no correspondido, un viaje a través de la pasión inalcanzable y el deseo interminable. A pesar del dolor, Samuel continúa amando a Anabel, un amor tan profundo y verdadero como el océano, un amor que, aunque no correspondido, permanece puro y eterno #ehabsoltan, #limoneroII, #hoylunes,
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