La novela «Un vampiro en la historia» no busca asustar: busca hacer pensar. Propone preguntas sobre el tiempo, la identidad, la memoria y el poder. Y en el centro de todo, ese deseo tan humano —y tan vampírico— de ser comprendido.
Por Ehab Soltan
HoyLunes – Hay quienes nacen con el corazón lleno de palabras que aún no existen, y otros que, como Fernando Codina, aprenden desde pequeños a leer el mundo como si fuera una gran novela ilustrada. Nacido en Madrid en 1970, Fernando descubrió temprano el poder de la lectura: Asterix y Tintín eran apenas el inicio de un camino inevitable. Formado como periodista en la Universidad Complutense de Madrid y con un máster en Radio Nacional de España, recorrió los senderos de la prensa, la radio, la televisión y las revistas especializadas… hasta que un día, el silencio de los medios le abrió espacio a una voz más íntima: la suya.
Bloguero incansable, alma de lector empedernido, Fernando mantiene vivos sus rincones digitales —»hdtesenciadeversos», «hdtelblogquenadielee»— y su página «A vueltas con las palabras», donde el lenguaje se desata libre, sin fórmulas ni ataduras. Porque si algo ha sido constante en su vida es el compromiso con las letras: ha escrito ciencia ficción, novela romántica, relatos eróticos y poemas de corazón abierto, pero donde más se reconoce es en las grietas de lo cotidiano, ese lugar donde la literatura deja de ser artificio para convertirse en espejo.
Se formó en «La Escuela de Escritores» de Madrid, convencido de que escribir también se aprende, se pule, se construye. Fernando Codina no es un recién llegado al mundo de la escritura. Es, en sus propias palabras, un “perro viejo”, alguien que ha pisado con firmeza los senderos de la narrativa desde que, en 2009, en que un desengaño amoroso lo llevó a escribir su primer blog, no ha dejado de hacerlo. Ha publicado cuatro novelas, cinco antologías propias y ha participado en muchas otras colectivas, fiel siempre a la idea de que un escritor, antes que nada, debe ser un lector feroz.

Hoy, Fernando Codina nos entrega «Un vampiro en la historia», una novela que es mucho más que un juego de sombras y colmillos. Es un viaje por la historia, la memoria, el deseo y el poder, narrado con la precisión del periodista que fue, la pasión del lector que es, y la imaginación inagotable del escritor que no deja de ser aprendiz.
Y es justo aquí, entre el vértigo de lo eterno y el pulso de lo real, donde comienza su historia…
Entre sus obras se cuentan las novelas «La magia de tus ojos» y «Yo, Beatrice Golden», donde el amor ocupa el centro del relato, pero también «Código Binario», en la que se atreve con el vértigo de la ciencia ficción. Ha publicado dos antologías individuales —»Te veo y otras miradas sin vida» e «Hijos de la oscuridad»— y ha participado en ocho antologías colectivas, siendo «Far West» una de las más destacadas. Además, mantiene vivos dos blogs personales —»hdtesenciadeversos@blogspot.com» y «hdtelblogquenadielee@blogspot.com»— y gestiona el espacio «A vueltas con las palabras», un punto de encuentro entre lectores y escritores en Facebook.

«Un vampiro en la historia», es una novela tan disciplinada en su construcción como libre en su imaginación. En ella, Codina da un giro audaz al mito del vampiro. Lejos de los estereotipos del género, su novela no se regodea en escenas sangrientas ni en clichés de criaturas nocturnas al acecho de cuellos vírgenes. Aquí no hay callejones oscuros ni crímenes espectaculares. Lo que propone es una relectura lúcida del vampiro como figura discreta, integrada en la sociedad, quizás incluso más humana que muchos humanos. La obra, con más de 400 páginas, se construye sobre una premisa poderosa: ¿y si los vampiros verdaderos pasaran inadvertidos entre nosotros, moviéndose con elegancia, inteligencia y silencio?
La idea de «Un vampiro en la historia» surgió como una llama que fue creciendo en silencio, al ritmo de las noches largas y calmas. Fernando Codina, vigilante de seguridad en un edificio de agentes de bolsa —un oficio que permite observar el mundo desde sus márgenes más tranquilos—, empezó a darle vueltas al relato largo que había escrito para una antología. Allí estaban el Príncipe Máximo y Julián Mesías, su cronista, reclamando más espacio, más vida. Pero Fernando no es un escritor que se lanza sin red. Antes de escribir, imagina; antes de imaginar, estructura. Así nació la novela: no de la improvisación, sino de la planificación meticulosa. Durante casi un mes, Fernando delineó capítulo a capítulo el esqueleto de la historia. Cada giro, cada diálogo, cada revelación fue pensado con precisión de relojero. Solo entonces se permitió empezar a escribir. Porque, como él mismo admite, una novela no se puede empezar “a lo loco”.
En el fondo, lo que Fernando Codina quería lograr con «Un vampiro en la historia» era más que una novela: era una posibilidad. La posibilidad de que dos mundos aparentemente irreconciliables —el humano y el vampírico— pudieran coexistir, si no en armonía, al menos en un equilibrio tenso, realista, frágil pero funcional.

Desde esa premisa nació su propósito narrativo: construir desde cero un universo literario donde ambas especies vivieran en una suerte de tregua, con reglas no escritas y alianzas que se sostienen en la discreción, no en la violencia. Porque «Un vampiro en la historia» no busca asustar: busca hacer pensar. Propone preguntas sobre el tiempo, la identidad, la memoria y el poder. Y en el centro de todo, ese deseo tan humano —y tan vampírico— de ser comprendido.
Lo primero que dice es lo más sencillo y lo más difícil: «no te rindas». Si lo tuyo es escribir, hazlo como si tu vida dependiera de ello. Pero no vayas a ciegas. Esquematiza, define a tus personajes, diseña tu historia con rigor. No dejes que la emoción nuble la estructura, porque un libro no se sostiene solo con ganas.
Fernando Codina y su obra «Un vampiro en la historia» forman parte del proyecto internacional “Detrás de cada libro hay una historia”, una iniciativa impulsada por el Consejo Literario Independiente de «Viajes Literarios» y «Drama Social». Este proyecto reúne a escritores de distintas nacionalidades con el fin de celebrar la diversidad de voces que conforman la literatura contemporánea.
Fernando Codina no es un escritor de fórmulas vacías ni de poses literarias. Es un narrador con los pies en la tierra y los dedos firmes sobre el teclado. Cuando se trata de ofrecer consejos a quienes comienzan, lo hace sin adornos ni falsas promesas. Escribir —dice— es una pasión, sí, pero también es una disciplina. Y una batalla.
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