El latido eterno de la Zambomba: Enrique Pantoja y el magisterio del compás en Sevilla

A sus 78 años, el patriarca del arte jondo cierra su exitosa gira nacional rescatando la esencia de los patios de Jerez en el Teatro Flamenco Sevilla, tras agotar localidades en Madrid y Barcelona en un viaje que trasciende lo artístico para convertirse en memoria viva del flamenco.

 

HoyLunes (Sevilla) – La Navidad en el sur no se explica solo con luces; se entiende a través del sonido de la zambomba, ese instrumento de barro y piel que marca el ritmo de una comunidad que celebra cantando. En este escenario de rito y reunión, surge la figura de «Enrique Pantoja«, un artista que no solo interpreta la fiesta, sino que la encarna. Su presencia en los escenarios este diciembre es más que una actuación: es la transmisión de un legado que parece inagotable.

La red de Teatros Flamencos encara la recta final de su programación navideña con un protagonista de excepción: el maestro «Enrique Pantoja». El artista jerezano se ha convertido en el alma de la primera producción propia de Zambombas que la red ha llevado este año a sus sedes de Barcelona, Madrid y Sevilla, demostrando que el arte, el compromiso y la pasión no entienden de edades.

A sus 78 años, Enrique Pantoja Monge ha protagonizado una gira física y artísticamente exigente. Su periplo comenzó en «Barcelona» (6 y 7 de diciembre) y continuó en «Madrid» (12, 13 y 14 de diciembre), donde el éxito fue rotundo: las entradas para los tres pases se agotaron por completo dos semanas antes de la primera función.

Nacido en «Jerez de la Frontera«, Enrique Pantoja es un bailaor y cantaor eminentemente festero y un palmero extraordinario que ha dejado su huella en grabaciones de los más grandes, incluido el mítico «Camarón de la Isla». Su trayectoria es un mapa del mejor flamenco del último medio siglo, habiendo formado parte del ballet de «Antonio Gades» desde 1986 y colaborado con figuras como «Lola Flores» y «Rocío Jurado«.

Ahora, el «Teatro Flamenco Sevilla» (Calle Cuna, 15) ofrece la última oportunidad de disfrutar de su maestría los días «19, 20 y 21 de diciembre». La Zambomba en Sevilla recreará una auténtica reunión familiar jerezana, liderada por Pantoja y un elenco de primer nivel compuesto por Alberto Sellés, Ana Polanco, Julia Acosta, Carmen Moreno, Ana Salazar y Álvaro Mora.

El éxito de esta gira invita a una reflexión profunda sobre la estructura del espectáculo flamenco actual y el valor de la veteranía.

El valor de la resistencia artística

Ver a un artista de 78 años capitaneando una gira nacional no es solo un hecho reseñable por su vitalidad; es una lección de «oficio». En una industria que a menudo prioriza la juventud y la técnica atlética, Pantoja impone la sabiduría del «decir». Su dominio de las bulerías no reside en la velocidad, sino en el conocimiento exacto de dónde cae el tiempo, una habilidad que solo se adquiere tras décadas de tablao y convivencia con los grandes nombres de la historia.

La Zambomba como patrimonio vivo

La decisión de los Teatros Flamencos de producir una Zambomba propia y llevarla fuera de Jerez es un movimiento estratégico para la preservación cultural. La Zambomba fue declarada «Bien de Interés Cultural» en 2015, y su exportación a Madrid, Barcelona y Sevilla bajo la guía de un maestro como Pantoja asegura que el formato no se desvirtúe hacia lo meramente comercial, manteniendo el espíritu de la «reunión» y el intercambio generacional.

El elenco: Un diálogo entre épocas

La presencia de artistas como «Alberto Sellés» o «Ana Salazar» junto a Pantoja subraya la intención de la red de teatros: crear un puente. El análisis del espectáculo revela que no se busca el lucimiento individual, sino la armonía del grupo, respetando la jerarquía natural que el flamenco otorga a quienes, como Enrique, han visto evolucionar el género desde las cuevas y los patios hasta los grandes teatros internacionales.

La huella de un palmero histórico

Revisando la historia del flamenco, el nombre de Enrique Pantoja aparece vinculado a momentos clave. Su participación en el álbum «Soy Gitano» (1989) de «Camarón de la Isla» como palmero y en el acompañamiento rítmico destaca la importancia de su rol. En el flamenco, el palmero no es un accesorio, es el metrónomo humano, el sostén sobre el cual el genio puede volar. Asimismo, su paso por el «Ballet Nacional» y la compañía de Gades (en obras como «Carmen» o «Fuenteovejuna») le otorgó una disciplina escénica que hoy, en su faceta más festiva, se traduce en una elegancia natural sobre el escenario.

La gira de Enrique Pantoja es un recordatorio de que el flamenco es, ante todo, una «forma de vida». Cuando el maestro sube al escenario en Sevilla para cerrar este ciclo, no solo está cumpliendo con una fecha en el calendario; está ofreciendo un testimonio de autenticidad. En un mundo hipertecnologizado, el sonido de una zambomba y la presencia de un hombre que ha compartido escenario con las leyendas del siglo XX nos devuelven a lo esencial: la celebración compartida de nuestra propia historia.

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