CEDRO [Centro Español de Derechos Reprográficos] es una organización solidaria, democrática y transparente, cuya actividad se centra en ayudar a los autores a que sigan creando y a los editores a que sigan editando. Es la única forma de hacer sostenible la cultura escrita.
Por Ehab Soltan
Hoylunes – Hay escritores que son su obra, y hay otros que además son los caminos que han abierto para que los demás puedan escribir. Carme Riera pertenece a esta segunda estirpe. No basta con leerla: hay que escucharla. Porque su voz —esa que viene del murmullo antiguo de las mujeres que narraban junto al fuego— cuenta historias, y también las defiende.
En su caso, literatura y conciencia han sido siempre aliadas. Lo fueron cuando investigó los «actos de fe» de los chuetas mallorquines y transformó esa memoria dolorosa en novela. Lo son ahora, cuando como presidenta de CEDRO y miembro de la Real Academia Española, denuncia la vulnerabilidad del autor frente a las máquinas que escriben sin alma y a los sistemas que piratean sin vergüenza.
Una mujer que camina por un puente entre dos lenguas, y no mira hacia abajo. A un lado, el catalán como raíz profunda; al otro, el castellano como espacio abierto. Carme Riera avanza por esa estructura invisible que ha construido a lo largo de décadas, palabra a palabra, libro a libro, sin perder el equilibrio. No escribe para adornar el mundo, sino para mirarlo de frente. Sus ficciones son mapas de memoria, sus ensayos, actos de desvelo. Con una voz que es al mismo tiempo íntima y crítica, ha contado lo que a veces no se quiere contar: el deseo y la culpa, la guerra y el olvido, la lengua como herida o pertenencia. Es narradora, ensayista, académica, profesora. Pero ante todo, es alguien que pregunta con firmeza y responde con belleza.
No hay dramatismo en su tono, solo claridad. Riera habla desde el oficio y la responsabilidad, desde la cátedra y el recuerdo de los niños burlados por llevar un apellido heredado y una historia cruel a cuestas. En esta conversación se entrelazan la profesora, la narradora, la activista de los derechos culturales. A todas las mueve la misma convicción: sin literatura no hay educación completa. Sin respeto a los creadores, no hay cultura posible.
Aquí habla quien ha sido reconocida por las más altas instituciones del idioma y, sin embargo, no presume. Prefiere contar lo que falta por hacer. Esta entrevista no es un homenaje, sino una llamada. Porque la cultura, como dice ella, no se sostiene sola. Se defiende. Se construye. Se escribe. Y se paga.

Sus obras han sido traducidas a más de veinte idiomas y ha recibido numerosos reconocimientos. ¿Qué aspectos de su identidad cultural y personal considera que han sido fundamentales en la construcción de su voz narrativa?
Las narraciones orales escuchadas durante la infancia, casi siempre de labios de mujeres, creo que fueron fundamentales a la hora de configurar la voz narrativa, en especial, en mis primeros cuentos.
Como escritora que ha cultivado tanto la narrativa, como el ensayo y la crítica literaria, ¿cómo equilibra estos géneros en su proceso creativo y qué le aporta cada uno?
Me gustan todos los géneros porque me obligan a utilizar un tono distinto en cada caso, a la búsqueda de unos lectores diferentes. Los de ensayo y crítica tienen que ver con mi docencia universitaria y tratan de ofrecer un punto de vista nuevo desde el ámbito de la investigación. Los textos de ficción plantean otros aspectos muy distintos: mostrar un mundo propio.
En su novela «Dins el darrer blau», galardonada con el Premio Nacional de Narrativa, aborda temas históricos con gran profundidad. ¿Qué le motiva a explorar la historia en su ficción y cómo selecciona los episodios que desea narrar?
El tema de Dins el darrer blau tiene que ver con un episodio terrible ocurrido en 1691 en Palma de Mallorca. 37 judíos conversos fueron condenados a la hoguera y durante años sus descendientes fueron humillados e incluso vejados por el resto de la población. Durante la infancia puede ver como unos niños se burlaban de otros que tenían unos determinados apellidos, algo que me impresionó y que no pude olvidar. De ahí que me propusiera investigar sobre lo que había pasado tal y como lo hice, siguiendo los acontecimientos sucedidos, según los interrogatorios que se conservan en el Archivo Histórico Nacional.
Como presidenta de CEDRO, ha liderado iniciativas para proteger los derechos de los creadores. ¿Cuáles considera que son los principales desafíos que enfrentan hoy en día los autores en relación con la propiedad intelectual?
Creo que hay tres problemas importantes: lo que implica la IAG en la vulneración de los derechos de autor, la piratería digital y la reutilización no autorizada de nuestras obras en los ámbitos profesionales y educativos, tanto públicos como privados. Es importante subrayar que estas dificultades tienen un mismo origen, y no es otro que la falta de valoración de nuestro trabajo y de su aportación a la sociedad.
Como punto de partida, para acabar con estas conductas, hace falta concienciación e información, mediante campañas y programas educativos en colegios y en las propias familias. Hay que explicar que utilizar un libro o un periódico o una revista sin autorización u obtenerlo de una página pirata es robar. Algo parecido está ocurriendo con el desarrollo de la IAG, puesto que las empresas multinacionales y gobiernos que están desarrollando esta tecnología entrenan sus programas con nuestras obras y no nos piden permiso y tampoco nos remuneran.
Y, por último, uno de los principales problemas con que nos encontramos autores y editores es que las administraciones públicas, en muchos casos, reutilizan libros, periódicos y revistas (escanean, fotocopian, ponen en intranets, entre otras explotaciones) sin obtener previamente las licencias de derechos de autor legalmente necesarias, al contrario que lo que ocurre en la mayoría de los países de la UE.
Hay mucho trabajo por delante, porque está situación supone una ventaja competitiva para el sector editorial español y legitima una conducta social que empobrece la cultura. En CEDRO estamos trabajando para revertir esta situación, impulsando distintas medidas. En el Observatorio de la Sostenibilidad de la Cultura Escrita, https://www.observatorioculturaescrita.org/, en un informe anual que llevamos a cabo se detallan todas estas cuestiones.

CEDRO ofrece diversos beneficios para los autores y editores por su adhesión a la Asociación.
¿Podría destacar algunos y cómo acceder a cada uno ellos?
En la página web de Cedro https://www.cedro.org encontrará todos los beneficios a los que pueden optar los socios de la entidad, tanto autores como editores. Ser socio es gratuito y ofrece una serie de servicios muy interesante para ellos. Por una parte, al asociarse, CEDRO garantiza el pago de derechos por el uso legal de obras en España y en el extranjero. Además, proporciona formación en propiedad intelectual, asesoramiento legal, protección digital frente a la piratería y representación colectiva ante instituciones y tribunales nacionales e internaciones, entre otros servicios.
Pero yo creo que una de las actividades más importantes que desarrolla CEDRO es la labor asistencial destinada a escritores, traductores y periodistas. Por ejemplo, a partir de los 50 años el reembolso de gastos: ayuda económica para la compra de material y servicios sociosanitarios (audífonos, material óptico, tratamiento dental, podológico y fisioterapia de rehabilitación). Además los autores pueden acceder a una ayuda puntual que cubre situaciones de urgente necesidad ante la carencia de recursos económicos o derivada de una enfermedad, que incluye pago de vivienda, tratamientos médicos no atendidos por la sanidad pública, adquisición de material adaptado cuando se tenga reconocida una discapacidad y situación prolongada de desempleo.
Toda la información se encuentra en www.cedro.org y, además, ponemos a disposición de los socios una oficina virtual para que les sea más fácil la gestión de sus derechos. Creo que CEDRO es mucho más que una entidad de gestión. Es una organización solidaria, democrática y transparente, cuya actividad se centra en ayudar a los autores a que sigan creando y a los editores a que sigan editando. Es la única forma de hacer sostenible la cultura escrita.
Escritores o traductores que publicaron su obra en libros o revistas a partir de 2007, y que hoy no tienen presencia activa en redes ni canales digitales, tal vez no saben que pueden estar generando ingresos a través de CEDRO. ¿Cuál es el origen que motiva estos ingresos?, ¿cómo se asegura CEDRO de localizar a estos autores? y ¿qué pasos deben seguir estos autores para cobrar lo que les corresponde?
Si un autor es socio de CEDRO, no tiene que preocuparse de nada. Nosotros nos encargamos de todo para gestionar sus derechos y hacerle llegar las cantidades que les corresponden por la utilización de sus obras. Su única obligación es informarnos de sus nuevas publicaciones.
Los ingresos provienen tanto por licencias (gestión colectiva voluntaria) como por las remuneraciones previstas en la ley (gestión colectiva obligatoria), tales como la copia privada, el préstamo público o determinadas copias hechas en el ámbito universitario.
En CEDRO hacemos campañas en redes sociales y otros medios, colaboramos con las asociaciones profesionales de autores para dar a conocer nuestra Entidad, trabajamos con Dilve y el ISBN para identificar a los autores de la producción editorial y participamos en los actos del sector para informar. Estos son algunos de los ejemplos de acciones que llevamos a cabo para que los escritores y traductores nos conozcan.
Los derechos de propiedad intelectual en la era de la inteligencia artificial es una de las más urgentes y complejas del momento. Profesiones como escritor, corrector, traductor y diseñador gráfico —todas profundamente creativas y tradicionalmente humanas— se ven ahora enfrentadas a una transformación sin precedentes. Modelos de IA generan textos, imágenes y traducciones a una velocidad y escala imposibles para una sola persona. Y aunque esto abre oportunidades, también plantea serios desafíos legales y éticos: ¿Quién es el autor de una obra generada por una máquina? ¿Quién posee los derechos? ¿Cómo se protege el trabajo humano?
Hoy en día, la legislación reconoce derechos de autor solo a personas, en ningún caso a máquinas. Supongo que la legislación avanzará y buscará una fórmula de protección, pero no creo que sea la misma ley que la que protege a los creadores humanos, quizás por la propiedad industrial. ¡Quién sabe!
Como catedrática de Literatura Española y directora de la Cátedra José Agustín Goytisolo, ¿cómo percibe el papel de la educación literaria en la formación de una sociedad crítica y consciente de sus derechos culturales?
La educación es fundamental y sin Literatura, sin conocimiento literario la educación está incompleta. Escribía el presidente Azaña que aquel que no hubiera leído el Quijote era un ser mermado y es verdad. Lástima que la opinión de Azaña no cunda.
En su opinión, ¿qué medidas podrían implementarse para fomentar una mayor conciencia sobre la importancia de respetar los derechos de autor entre los jóvenes y en el ámbito educativo?
En CEDRO hemos desarrollado la Escuela del Derecho de Autor
(http://www.escueladerechodeautor.org/) con formación sobre propiedad intelectual, alfabetización mediática y competencias digitales para toda la comunidad educativa. Ahora estamos trabajando también en un programa para familias y desde hace casi 20 años tenemos ‘Es de libro’, un programa para alumnos y profesores de ESO y Bachillerato, que tiene como objetivo que los chicos y chicas aprendan a investigar sin “copiar y pegar”. Los autores y editores de CEDRO creemos que la formación es fundamental para conseguir una sociedad responsable con la cultura y sus trabajadores.

Ha sido galardonada con el Premio Nacional de las Letras Españolas y es miembro de la Real Academia Española. ¿Cómo han influido estos reconocimientos en su carrera y qué responsabilidad siente al representar la literatura española en estas instituciones?
Siento agradecimiento tanto al jurado que me otorgó el Premio Nacional de las Letras Españolas como a los académicos que me votaron para formar parte de la RAE y ambas cosas constituyen un estímulo para seguir trabajando.
Desde su experiencia como autora, académica y defensora de los derechos de los creadores, ¿qué papel juega la literatura en la construcción de una sociedad más crítica, libre y empática?
Un papel fundamental, lástima que quienes organizan los planes académicos no lo vean así. Enseñar Literatura va mucho más allá, es mostrar una visión del mundo y ofrecer cauces para una visión crítica y no adocenada.
Mirando hacia el futuro, ¿qué legado le gustaría dejar tanto en su obra literaria como en su labor en la defensa de los derechos de autor?
En el caso de la primera, haber intentado ofrecer una visión del mundo que contribuya a no caer en los mismos errores del pasado, abogando por la tolerancia. En el de la segunda, haber contribuido a la defensa de los derechos de autor.
Como ícono literario y referente indiscutible de las letras hispánicas, ¿qué consejo le daría hoy a los escritores jóvenes que sueñan con abrirse paso en el mundo literario y seguir un camino
como el suyo?
No soy ni icono ni referente, pero sí puedo dar un consejo: esfuerzo, trabajo, no conozco otra receta para conseguir una obra bien hecha.
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