Puede que te preguntes si la tacañería alguna vez puede ser digna de elogio. La respuesta es sí, pero bajo ciertas condiciones.
Por Ehab Soltan
¿Por qué odias a la gente tacaña?
Es una pregunta que me hizo mi amiga Sampka y mi respuesta fue una introspección profunda. ¿Quién es este que ama el rasgo de la tacañería?
En realidad, nadie ama la tacañería, ni siquiera aquellos que la practican. Los tacaños suelen embellecer su avaricia y justificarla con una multitud de argumentos y razones, mientras que los generosos no necesitan justificar su generosidad. La tacañería no se trata solo de dinero; también se manifiesta en palabras y actitudes.
Si observamos detenidamente los rostros de los tacaños, sus facciones parecen reflejar una tensión constante. Sus labios son parsimoniosos con las palabras y sus manos se aferran a lo que tienen. Sus sonrisas son escasas y sus comportamientos parecen estrechos y limitados.
La tacañería es un rasgo reprobable que puede llevar a su dueño al borde de la codicia, el egoísmo, el amor propio, la envidia, el odio y todo tipo de males. En contraste, la generosidad, la palabra amable, es motivación para poner una sonrisa en el rostro de las personas, para ayudar a todos y para difundir el bien. Es dedicación, sinceridad y honestidad; en resumen, es el acto de compartir el bien con los demás, una energía que ilumina el camino para todos.
Puede que te preguntes si la tacañería alguna vez puede ser digna de elogio. La respuesta es sí, pero bajo ciertas condiciones.
Si a la avaricia se le une el conocimiento y la certeza, puede convertirse en una herramienta para corregir el comportamiento de los demás y protegerlos de los males de uno mismo. En otras palabras, si la tacañería se utiliza como una guía para ayudar a los demás a evitar la avaricia y la codicia, entonces podría merecer elogios.
Y sobre enamorarse de alguien tacaño (o tacaña), eso también me sucedió. A veces, incluso cuando creemos que tenemos antenas para detectar a los tacaños, el amor puede nublar nuestro juicio.
En mi experiencia, me sentí como un niño construyendo castillos de arena en la orilla del mar, solo para que las olas los destruyeran una y otra vez. Al final, me di cuenta de que el amor es dar sin límites, compartir todo, incluso los sueños. El amor es dedicación y sinceridad. Es como un juego de tenis, donde se intercambian golpes de pelota. Sin ese intercambio, el juego pierde su sentido #ehabsoltan
Copyright ©️ (2023) (www.hoylunes.com)