Más allá de los años y las arrugas, envejecer implica una actitud. La vejez no comienza con la edad, sino con la renuncia a los proyectos. Mantener la mente activa, crear y aprender son las llaves de una vida longeva y plena.
Por Ana Rosa Rodríguez
HoyLunes – Es común que con el paso de los años, las personas experimenten una serie de cambios físicos, cognitivos, mentales y sociales que pueden ser desfavorables para su salud integral; aunque esos cambios son parte del proceso de envejecimiento, pueden tratarse con una intervención temprana y una adecuada atención.
Si se toma conciencia de esos cambios, en especial, los que tienen que ver con el aspecto cognitivo y la salud mental, se puede evitar la vulnerabilidad a ciertos trastornos en la forma de conducirse la persona de la tercera edad.La Organización Mundial de la Salud (OMS) no establece una edad fija universal para definir la tercera edad, ya que el envejecimiento es un proceso que varía según el contexto social, económico y de salud de cada país. Sin embargo, en general, se considera que la vejez comienza a partir de los 60 años.
Es importante destacar que la OMS promueve el concepto de «envejecimiento activo«, que se centra en optimizar las oportunidades de bienestar físico, social y mental a lo largo de la vida, para que las personas puedan vivir con una buena calidad de vida y de forma saludable durante sus años mayores.

Entre las situaciones que pueden acelerar el deterioro en la calidad de vida en personas de más de 60 años, está el llevar una vida sedentaria, estar expuesto a situaciones de soledad, de aislamiento, la negación y resistencia manifiesta al hecho de envejecer.
Hoy día, hay quienes asocian la vejez con soledad, pobreza y enfermedad, sobre todo, si no se manejan adecuadamente situaciones, tales como: cambios en el estilo de vida por la separación con los hijos, la jubilación, la pérdida o distanciamiento de amigos y familiares, limitaciones en la movilidad, trastornos en los ciclos de los periodos del sueño que pueden volverse vulnerables, entre otros.
Un enfoque proactivo en el cuidado integral en la tercera edad puede repercutir favorablemente y marcar una gran diferencia.
La psicóloga chilena, Pilar Sordo, conocida por su trabajo de divulgación y sus libros de auto ayuda, ha abordado el tema del envejecimiento y la vejez en su libro: “NO QUIERO ENVEJECER” , publicado en el año 2014.
Aunque su obra, no se presenta como una investigación académica rigurosa, sí lo hace como un trabajo de campo, producto de su experiencia con enfoque en la psicología clínica y social. El punto clave de la investigación de campo y sus conclusiones más resaltantes radican en que, la vejez no se define por la edad cronológica, sino por un cambio de mentalidad.
Como producto de sus hallazgos, más resultantes popularizo el término: “ Uno envejece mal, cuando los recuerdos superan a los proyectos”, en esta idea, la autora resalta la importancia de mantener una actitud proactiva, a seguir creando y planificando el futuro, en vez de vivir anclado a los recuerdos del pasado.

Estudios sobre neuro plasticidad, que es la capacidad del cerebro para reorganizar sus conexiones neuronales a lo largo de la vida, como respuesta a nuevas experiencias y nuevos aprendizajes, señalan que con el sedentarismo y el dejar de aprender cosas nuevas y de enfrentar desafíos mentales, se activan procesos mentales y cerebrales mal adaptativos; esto significa, que el cerebro, en vez de crear nuevas redes neuronales, se estanca, se bloquea y se deteriora.
Si bien, evocar las reminiscencias del pasado es un ejercicio de memoria para la activación de neuronas y procesos cerebrales beneficiosos; vivir anclado en él, sin crear nuevas metas o experiencias afecta negativamente el proceso de flexibilidad y deteriora progresivamente las neuronas cerebrales.
El cerebro está diseñado para adaptarse y también para procesar nueva información; por lo tanto, cuando se anclan la funciones y experiencias en el pasado, la capacidad de adaptación se atrofia, si las redes neuronales no se estimulan con nuevos desafíos, pierden su vigor, acelerando el envejecimiento cerebral y volviéndose vulnerable a enfermedades, neurodegenerativas.
Plantearse nuevas metas sencillas, alcanzables en el día día, tener proyectos y crear nuevas ideas en la tercera edad, no sólo mejora el bienestar psico-emocional, sino que estimula también el cerebro de manera concreta, favoreciendo un pensamiento flexible y de apertura a nuevas experiencias, contrarrestando los efectos nocivos de los años en la salud mental y las condiciones de vida en general.
Un proyecto en la tercera edad no necesariamente debe ser un gran plan, puede ser cualquier actividad creativa, llevada con orden y disciplina, que implique un nuevo aprendizaje, un desafío o un propósito con intención.
Un plan muy recomendado es desarrollar una especie de voluntariado, mentoria, asesoría o consultoría, donde se dé un intercambio de talentos, de conocimientos, entre las comunidades donde se vive; no sólo estimulando la actividad cerebral, sino que aumenta los niveles de autoestima, el sentido de pertenencia, aspectos muy valiosos para alcanzar una vida longeva.
Cuando la psicóloga investigadora Pilar Sordo, hace referencia a que los proyectos superan a los recuerdos, se refiere implícitamente al hecho de que cuando se ejecuta un proyecto, la mente y el cuerpo se ponen en marcha, contrario al recuerdo que requiere inactividad, ya que la mente recuerda en la mayoría de los casos cuando la persona está sentada o está acostada.
El movimiento tanto mental como corporal conecta con la vitalidad y la vitalidad conlleva a estados de salud integral.
Los más recientes estudios sobre plasticidad cerebral han demostrado que el cerebro no es un órgano estático, que simplemente se desgasta con la edad, sino que es un órgano dinámico que se moldea en respuestas a la experiencia.
Los proyectos y las nuevas ideas son factores activadores de esos procesos mentales, cognitivos y creativos, que se van moldeando en la experiencia vital de los adultos mayores.

Las personas mayores al participar activamente en la protección y el fortalecimiento de su salud cerebral y mental, no solamente se están ocupando de gestionar condiciones generales favorables para tener experiencias que le conecten con actividades saludables, están también aumentando sus niveles de autoestima para tener una vida digna, de respeto y reconocimientos, por supuesto mejorando sustancialmente su calidad de vida y prologando, sus años de existencia en condiciones deseables, a eso se le llama: vida longeva.
Por acá, algunas estrategias para activarse en la tercera edad:
Gimnasia cerebral y neuro plasticidad.
Juegos de memoria y agilidad mental.
Movimientos rítmicos para la flexibilidad corporal.
Relajación y Meditaciones.
Actividades lúdicas de esparcimiento, recreación y entretenimiento.
Círculos de conversaciones y de interacción social.
Arte terapia grupal y creatividad.

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