Que lindo es para una mujer reconciliarse consigo misma

Carmen Valero

Con la PNL, descubrí rebuscando entre mis capacidades, que soy femenina y que adoro serlo, que soy fuerte, que soy delicada.

mi enfado hacia el hombre, hacia lo masculino, hacia lo patriarcal, no era más que un enfado conmigo misma por no ver la excelencia que habita en mí.

Escrita por / Carmen Valero

No podemos olvidar, que las pautas de conducta hombre-mujer, han generado esquemas mentales asentados desde prácticamente el inicio de los tiempos y ha pasado de ser una mera cuestión práctica, cercana a las habilidades individuales a considerar que el hombre y la mujer son seres capaces para determinadas cosas e incapaces para otras.

Basado en esto y aprovechándose de la capacidad de aprendizaje del ser humano por repetición e imitación, promover la diferencia entre sexos como un sistema de poder se ha ido asentando en nuestra sociedad y transmitido como enseñanza mediante el ejemplo y la educación, siendo, nos guste o no , las madres como educadoras principales, las transmisoras de esa corriente de sumisión e incapacidad femenina que hasta el día de hoy se arrastra y que yo misma he sufrido.

No es machista el hombre, sino aquella persona que educa en la diferencia y no es machismo la palabra correcta, porque alienta a hacer mayor aún esa brecha, deberíamos empezar por ahí, por quitarle peso a las palabras, no por utilizar un mal llamado “lenguaje inclusivo” que también separa.

Siempre me sentí fuera de lugar ….hasta que descubrí que no necesitaba luchar para conseguir un sitio.

En un momento del mundo tan disperso, donde la lucha de poderes está presente en cualquier ámbito de la vida, la mujer tiene ante sí un gran reto, donde el empoderamiento femenino, no debe surgir de una lucha contra el hombre, sino desde la autoestima y la autodependencia.

Si observo a las mujeres de mi familia y a mí misma, todas hemos sido educadas para ser “buenas” madres, “buenas” trabajadoras y por supuesto” buenas” compañeras, aquello del famoso “detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer.”.

El estándar que conforma ese “buenas”, no deja de ser un servicio hacia otros, no necesariamente hacia el genero contrario, sino hacia la sociedad en conjunto y no era algo impuesto, se aprendía por observación y porque entre nosotras mismas, de modo casi inconsciente, nos mostramos ese “como debemos ser” en diferencia a “como deben ser ellos”.

Yo me crié en un colegio y no puedo decir que se educara en diferencia de género, niños y niñas jugábamos y aprendíamos juntos sin importar nuestro sexo, nadie nos hacía ver nuestras diferencias, era natural ser chico o chica.

La educación, a diferencia de lo que ocurre muchas veces ahora, se daba en el hogar, crecí como un” chicazo”, porque era capaz de hacer las cosas que habitualmente hacían los niños, nunca me gustaron las muñecas ni se me prohibió jugar a “juegos de chicos”, (me fascinaba jugar al beisbol con mi mano como bate), pero a la vez, se me educaba para ser una señorita…

Estos aprendizajes sobre la femineidad partían de la observación e imitación grupo de mujeres de mi casa, me prepararon para ser una mujer sumisa, esa mujer” detrás del gran hombre” algo contra lo que he tenido que luchar a lo largo del tiempo para ser la mujer que soy hoy. Ahora sé que mi lucha, no ha sido contra el hombre, sino contra mi misma y mi propia visión de lo que era como mujer.

Creo que pase, como una actriz de reparto por casi todos los papeles que se esperaban de mí, que yo misma esperaba de mí. Fui sumisa, mujer fatal, madre, débil, sufrida… en cada papel, con una careta distinta, me sentía como pez en el agua y a la vez con una profunda incomodidad, seguramente hoy puedo decir que era porque nunca era yo la que elegía el momento en el que debía darse cada cosa.
Pasando el tiempo, en la misma lucha constante contra mí misma, llena de resentimientos hacia ese modelo femenino del que me sentía alejada y de ese modelo masculino al que tampoco pertenecía, me convertí en una mezcla de fracaso y ganadora, fracaso por no haber mantenido a mi esposo a mi lado pese a que fueron años de angustia, se esperaba de mi que “aguantase” pese al maltrato y por otro lado ganadora por montar mi propia empresa …

Me hice facilitadora de procesos de cambio con PNL, casi por casualidad y empecé a cambiar mi propio paradigma de vida. Primero de todo, descubrí que tenía muchos esquemas mentales de los que yo llamo “entre comillas”, es decir, esas frases, palabras y etiquetas que generación tras generación, se han normalizado y se han conformado como parte de una definición.

Con la PNL, descubrí rebuscando entre mis capacidades, hasta entonces escondidas de mi percepción, que soy femenina y que adoro serlo, que soy fuerte, que soy delicada, que soy emocional, que sin más soy diferente a un hombre porque mi visión de las cosas parte de un lado interno más emotivo. Descubrí que mi enfado hacia el hombre, hacia lo masculino, hacia lo patriarcal, no era más que un enfado conmigo misma por no ver la excelencia que habita en mí.

En ese enfado, me perdí disfrutar de mis hijos. Iba a la carrera tratando de luchar por sacar la cabeza en un inexistente “mundo de hombres” y ahora, disfruto profundamente de mi nieta porque se, que no existe un mundo de hombres y otro de mujeres, sino un mundo conjunto donde cada quien puede cumplir sus objetivos perfectamente, pero aprendí que mis metas me las debo poner yo misma y que siempre habrá un precio a cambio y soy únicamente yo quien decido si me compensa o no.

La visión de mi misma a través de la PNL, me ha convertido en una mujer completa, no siento ningún tipo de agresión de la sociedad, cultivar mi autoestima, redescubrir mis capacidades y mi potencial, me ha permitido ser auto dependiente emocionalmente y eso ha hecho que no sea sumisa, sino compañera, que no admita “jefes”, me siento en igualdad.

Es por esto que no me siento representada por los movimientos actuales de feminismo, puesto que no luchamos contra el hombre, luchamos contra nosotras mismas y si pretendemos cambiar la sociedad, no podemos convertirnos en el agresor. Falla el modelo que se ha transmitido, porque está basado en las diferencias, no en las capacidades.

Somos diferentes entre géneros, cierto es, pero esa diferencia física y emocional, puede traer tremendas ventajas si aprendemos a complementarla. No se trata de establecer roles diferenciados, ni de ocupar el rol del género contrario porque es mi derecho, sino de permitir que mis propias capacidades fluyan y me ubiquen en el lugar que más cómoda me sienta, porque puedo, porque sé, porque quiero y porque en definitiva no hay nada que me lo impida si tengo claro que implicará dejar de hacer o tener otras cosas y no porque nadie me las quite, sino porque en la elección de una meta, se crea un escenario completo donde hay cosas que se descartan a favor de otras.

Si estas leyendo esto, quiero que sepas, que eres capaz, que dentro de ti hay tantas herramientas que te hacen especial, que merece la pena dejar de lado cualquier rencor y dolor, que lo que has aprendido de ti misma, esta basado en errores aprovechados por otros y que tu empoderamiento está en descubrirte, en amarte, en reconciliarte con la mujer que eres, eso hará que te apartes de aquellos y aquellas que no sepan que tú no necesitas que nadie te complete y te permitirá que se acerquen los que sin más quieran acompañarte en el camino…

Carmen Valero. Psicóloga Holística

Facilitadora de procesos de cambio con PNL

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