El dolor de las marcas físicas y emocionales

Por Any Altamirano… De la novela (Ojos de Jazmín)

 

Hoylunes – Jazmín sabía de la falta de amor, de contacto físico, de palabras tiernas y afectivas, sumada a la indiferencia de su madre, por sus ocupaciones en la casa y el trabajo. No contaba que a esto, un día, se sumarían los golpes físicos en su frágil cuerpo, el motivo… lo que ella llamaba “pagar los platos rotos”, es decir, desquitar con ella lo que otros hacen.

Ella recordaba, que había días en que sin saber por qué, recibía el llamado ¡Jaaaazmín, ven acá, date prisa!, era la voz encolerizada y nerviosa de su madre. Su corazón se aceleraba y presentía que algo no estaba bien. Temerosa se acercaba y de inmediato notaba que su madre sostenía algo en su mano, entonces ya no quería acercarse y retrocedía, sólo ver el estrés y la ira de su madre le hacía sentir miedo, sabía a su tierna edad que algo no tan agradable pasaría. Le decía acércate y ella obediente se acercaba, era como como un cordero que sabe la proximidad de su sacrificio.

De pronto sentía la ira de su madre que descargaba en su frágil cuerpecito y dejaba las marcas en sus brazos o en sus sentaderas, ya fuera por una sandalia o una ramita del tulipán donde se posaban las mariposas que perseguía. En ese momento no sabía que esos actos, se irían sumando uno a uno, dando paso al resentimiento que un día tendría que sanar y que en alguna terapia le llamarían “las heridas de la infancia” y causarían estragos inimaginables en su vida, como soportar de forma inconsciente el maltrato físico y emocional de las personas que decían amarla.

Poco a poco, se fue dando cuenta de que la ira en su madre era provocada por sus propias frustraciones, al haber estropeado sus sueños profesionales, al embarazarse de Jasmín. La pequeña sentía el rechazo y se sabía una niña no deseada. También sabía que otro motivo de enojo, eran los berrinches de su prima mayor que ella por 7 años, adoptada por sus abuelitos maternos, de quién su madre estaba a cargo y por su carácter mimado, la sacaba de sus casillas y al no poder desquitarse con ella, se desahogaba con Jazmín. Además de una que otra discusión, por desacuerdos en los negocios familiares, en lo que su madre ayudaba a su abuelito y que en algunas ocasiones también le llamaba la atención a su madre, para defenderla y evitar que se desquitara con ella, porque él se daba cuenta de la situación, de alguna manera así expresaba su amor a su pequeña nietecita.

Con los años, Jasmín comprendería, que un golpe físico y la indiferencia dolerían por igual, cuando provienen de un ser amado. Sólo que, en aquel momento no sabía de independencia y hasta antes de sanar, de tomar decisiones, para alejarse y no volver más o bien expresar su dolor y poner límites.

Así como el dolor deja marcas en el alma, el amor y el perdón también pueden sanar a cualquier ser humano herido en el pasado. Sólo que no todos correrán con la misma suerte para lograrlo.

Sólo en la adultez Jasmin comprendería, que no habría justificación para tales hechos, sólo la ignorancia y la falta de amor en sus generaciones pasadas podrían ser el resultado de estos actos, sin medir los estragos que causarían en Jasmín a través de los años #any_altamirano #ojos_de_jazmín

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